No respires

Crítica de Matías Gelpi - Fancinema

UN AUTOR DE CINE DE TERROR

Hace poco se estrenó una pésima remake de Fiebre en la cabaña (Eli Roth, 2002) y, además, en pocas semanas se estarán estrenando secuelas de El proyecto de la bruja de Blair (Daniel Myrick, Eduardo Sánchez, 1999) y La llamada (Gore Verbinski, 2002). En eso anda, más o menos, el cine de terror norteamericano, patinando en esta época de máxima crisis creativa; aun así, sigue siendo un negocio descomunal, con una producción creciente para un público cautivo que sigue llenando las salas, y con pocos realizadores interesantes. En esa esfera viciosa aparece el espíritu arriesgado del uruguayo Fede Alvarez; es cierto, también está James Wan, que este año logró su mejor película de terror El conjuro 2, pero lo de Alvarez en No respires es un trabajo sólido, contundente y quizás superador a todo lo que le hemos visto hacer a Wan dentro del género.

No vamos a gastar energías en exagerar, pero tengamos en cuenta que el debut del director uruguayo fue Posesión infernal (2013), posiblemente una de las mejores remakes jamás hechas dentro del género terrorífico. Una película que no sólo respeta la original sino que la reformula con éxito y va más allá.

Habiendo superado con creces las dificultades de hacer una nueva versión de un clásico de culto, Alvarez encara otro proyecto difícil, No respires, una película de una premisa simple que conocemos desde el primer tráiler: un grupo de ladrones jóvenes y sofisticados intentan robar una casa habitada por un viejo ex-militar ciego y aparentemente poco peligroso. Allí descubrirán algunas verdades atroces sobre su víctima que se convertirá en victimario e intentara cazarlos uno a uno.

El prólogo es bueno, contundente, nos pone de inmediato en contacto con las motivaciones de los personajes. Sin embargo, la secuencia donde se nos muestra el interior de la casa cuando los ladrones logran ingresar, es reveladora, y no sólo por su efectividad, sino porque nos descubre a Fede Alvarez como un autor, o al menos, como alguien con un absoluto dominio de la herramienta narrativa. A medida que No respires avanza a ritmo sostenido, a puro suspense y con su premisa bien aprovechada iremos captando los detalles, los puntos en común con Posesión infernal, es decir algunos los rasgos autorales; como la particular estructura episódica para englobar las secuencias violentas, que terminan siendo una sumatoria de clímax hacia el final, o el estiramiento de los giros del guión, ningún final parece el verdadero final. Incluso la manera en que se nos presentan los objetos antes de que formen parte de alguna acción concreta. Quiero decir, vemos un martillo en un momento cualquiera, pero cuando llega el peligro sabemos que está allí, y de hecho tenemos expectativas con ese martillo. A ese nivel hitchcockniano explícito trabaja Fede Alvarez, todo es parte de un plan en su maquinara de suspenso perversa llamada No respires. Hasta se consiguió una actriz preferida, Jane Levy es la heroína en sus dos películas, su sólida interpretación sorprende en ambos casos.

Tan bien funciona No respires que nos obliga a volver a ver Posesión infernal, que sigue siendo mejor. Si El conjuro 2 nos había parecido un bálsamo entre tanto mal cine, la aparición de Fede Alvarez es aun más feliz, porque entusiasma y da ganas de que siga filmando películas como esta.