El mayor de los miedos.
Si uno comienza a buscar información sobre esta obra rápidamente encontrará que la mayoría de los medios la colocan dentro del género "comedia" y esto puede ser correcto. El filme de Eugenio Derbez efectivamente tiene elementos que la configuran como tal. Nos muestra cómo Valentín (interpretado por el mismo Derbez), un mujeriego que vive de parranda, acostándose con señoritas -que conquista fácilmente con sus baratas fórmulas románticas- y preocupado sólo por pasar esos buenos ratos, de repente se ve obligado a cambiar sus "malos hábitos" ya que, a partir de la sorpresa que tocó a su puerta una mañana en la bella Acapulco, ahora deberá enfrentar sin experiencia el tan temido rol de padre y su responsabilidad, de la cual no puede escapar.
Pero el drama progresivamente irá ocupando un rol cada vez más importante en la historia hasta que finalmente impone su lógica. Las lágrimas le ganan a las risas y eso podría llegar a significar demasiado para un espectador que tal vez no había colocado muchas expectativas en esta "comedia".
Entonces Derbez logra su cometido sin mucho esfuerzo. Primero llama la atención de su público con escenas graciosas, personajes divertidos y un rápido desarrollo de los acontecimientos para luego mantenerlo cautivo hasta el sorpresivo final utilizando el conflicto de un padre que buscará con sus pocas pero leales armas mantener la custodia de su pequeña hija Maggie (Loreto Peralta).
Instructions Not Included es el otro título que lleva la película y con el cual es promocionada en Estados Unidos. Ocurre que en No se Aceptan Devoluciones Derbez intenta ilustrar también dos culturas: la mexicana y la yankee, cada una con características bien marcadas y personajes-exponentes que llevan adelante sus ideales. Los mexicanos son vistos como "buenos salvajes", casi viviendo en un estado natural, sin preocupaciones más que las que trae el día a día, sin maldad y una baja estima cuando se comparan con su vecino del norte.
Los Ángeles es la tierra de las estrellas, donde todos los sueños pueden realizarse, el trabajo sobra y el consumo mercantilista está presente en todas sus calles. Allí llega Valentín para buscar a la madre de Maggie, Julie (Jessica Lindsey), ahora una exitosa abogada. Atrapado rápidamente por la lógica capitalista norteamericana, decide quedarse con su hija y a partir de ese momento comienza a modificar su estilo de vida. Los Ángeles lo "reeduca" aunque él presenta algunas resistencias: no puede ni quiere aprender inglés y Maggie habla perfecto los dos idiomas. A esto se suman algunas prácticas “bárbaras” nativas que le enseña y que sólo se realizan en el ámbito privado del hogar.
No se Aceptan Devoluciones presenta entonces esta seductora distinción, sus diferentes aspectos. Los dos fácilmente visibles e identificables. Se valen muchas veces de situaciones burdas, lugares comunes y estereotipos, pero funcionan correctamente. El segundo nivel apunta al lado intelectual de los espectadores. El primero -más efectivo y lacrimógeno- se dirige sin intermediario alguno a lo más profundo del corazón. Tal vez aquí pueda encontrar la mayor repercusión.