Un hombre y un biberón
La comedia protagonizada y dirigida por Eugenio Derbez fue un éxito en México y también entre el público latino en los Estados Unidos el año pasado y el motivo es, sin dudas, el tema que aborda: la inmigración ilegal en el país del norte.
Con una mezcla de registros que van de la comedia burda al drama familiar lacrimógeno, la historia sigue los pasos de Valentín (Derbez, un actor que viene de la televisión), un mujeriego incorregible e inmaduro que no perdona a cuanta mujer se cruza en su camino. Pero las cosas se complican cuando recibe a Julie (Jessica Lindsey), una norteamericana que asegura que la pequeña que tiene en brazos es fruto de una efímera relación que mantuvo con ella.
No se aceptan devoluciones enfrenta a Valentín con sus miedos más íntimos (el comienzo muestra la relación conflictiva con su padre) y emprende un viaje alocado a Estados Unidos para devolver a la pequeña al seno materno. Con la beba a cuestas, haciendo dedo y ganándose la vida como doble de riesgo en el cine (quizás lo único divertido de la película), Valentín ve que su vida se transforma en la convivencia diaria con la niña.
Material como para explotar una comedia de corte familiar había de sobra, pero el director elige el trazo grueso para pintar las situaciones (algunas escatológicas) y los personajes, y todo aparece salpicado por una música edulcorada. Los diálogos también se pierden en varias incoherencias con la intención de provocar la risa del espectador.
Para rematarla, al golpe bajo y gratuito del final (forzado) se suma a la idea de la reunión familiar que "reacomoda" las piezas de una travesía tan kilométrica como indigesta.