Melodrama de fácil consumo
Valentín (Eugenio Derbez) arrastra las enseñanzas de su padre, que en su afán de convertirlo en una persona segura, sin miedos a prácticamente nada, hizo que cualquier tipo de compromiso afectivo le resultara una amenaza.
Valentín (Eugenio Derbez) arrastra las enseñanzas de su padre, que en su afán de convertirlo en una persona segura, sin miedos a prácticamente nada, hizo que cualquier tipo de compromiso afectivo le resultara una amenaza. Es así que ya adulto, el protagonista es un Don Juan despreocupado, que sólo busca el placer efímero en múltiples conquistas, sobre todo con turistas extranjeras que visitan Acapulco. Pero un día el muchacho abre su puerta y allí está una mujer que le da la noticia de que es padre y, sin darle tiempo a nada, deposita en sus brazos a una bebé y la abandona sin dar explicaciones.
De allí en más Valentín atraviesa los esperados estadios de rechazo, desesperación, aceptación, comprensión y amor filial que aparece ante la ternura de Maggie (Loreto Peralta), que por supuesto se come la película y que lo hace más fuerte para enfrentar cualquier adversidad, como la despiadada madre que aparece a destiempo a reclamar a la nena.
Derbez piensa su película como un producto que contenga las dosis justas de comedia al principio y luego virar hacia el conflicto de una padre que quiere, merece y va a luchar para que su hija continúe con él, agregando como telón de fondo de la cultura mexicana y la estadounidense en continuo conflicto.
Comedia blanca que remite a un cine de hace dos décadas, melodrama lacrimógeno que recorre sin pudor todos los chichés del género, el film del debutante Eugenio Derbez (un cómico muy popular en México) fue un éxito descomunal en su país, convirtiéndose en un fenómeno popular para muchos inexplicable con sus fórmulas añejas pero efectivas en la construcción de un relato fácil, superficial y de consumo rápido.