Frontera de desigualdad
Valentín (Eugenio Derbez, también director de esta película) es un playboy desocupado en Acapulco, una extraña combinación de ganador algo loser, sobre todo por traumas heredados de su padre, quien solía arrojarlo de chico desde acantilados para volverlo un hombre temerario. Lejos de cumplir su objetivo, Valentín es un lelo simpático; tanto es así que una gringa, una ex pareja a quien el mexicano juró amor eterno, regresa a su casa para dejarle una beba y luego marcharse a Los Ángeles. Ignorante de su paternidad, Valentín adopta a Maggie y viaja a California para, en su opinión, brindarle mejor crianza; desde ese momento se disparan toda clase de bromas interculturales que en ciertos casos (como las referidas al prejuicio racial) generan incomodidad, pero exhiben bajo un manto de comedia la dantesca desigualdad a ambos lados de la frontera. De ser un bueno para nada, el personaje se convierte en héroe tragicómico y adopta el trabajo de doble de riesgo para mantener a su hija. El candor de Valentín cobra relieve al promediar el film, cuando su custodia se pone en riesgo. Pese a conflictos obvios, el final es impredecible y redondea el tono peculiar de esta “dramedia” a la mexicana.