El hombre equivocado
Acostumbrado a escribir críticas mucho antes que mis colegas, me pongo a redactar esta reseña sobre No se lo digas a nadie recien un jueves al mediodía (producto de un viaje a Rosario que complicó la semana), cuando ya se han publicado en los diarios los textos de tres amigos y sólidos expertos como Luciano Monteagudo (al que no le gustó nada), Fernando López (al que le gustó a medias) y Diego Lerer (al que le gustó mucho). Todos hacen consideraciones que, más allá de las diferentes calificaciones, resultan razonables.
Si bien mi valoración de "buena" es la misma que le otorga López en La Nación estoy más cerca de las ideas que expone Luciano en Página/12. Lo define como un thriller de qualité con demasiadas vueltas de tuerca que terminan manipulando al atribulado, desconcertado espectador.
Este film "denso e intrincado" (López dixit) con mucho de hitchockiano (referencia principal de Lerer, que lo define como una mixtura entre Intriga internacional y Vértigo, con un poco de Psicosis y algo de El hombre equivocado") está impecablemente ejecutado y sobriamente protagonizado por un dream-team del cine francés (imaginen juntos a François Cluzet, André Dussolier, Marie-Josée Croze, Kristin Scott Thomas, Nathalie Baye, François Berléand y Jean Rochefort), pero al mismo tiempo está tan calculado, tan estructurado, tan sostenido en bruscos, imprevisibles giros de guión que resulta casi imposible expugnar esa coraza que lo hace demasiado recargado, tramposo, artificioso, y que lo convierte en un tour-de-force lleno de pistas falsas, un rompecabezas difícil de armar, un film laberíntico con algo del cine de Chabrol, de la literatura de Agatha Christie y de la serie Twin Peaks.
Tras un prólogo sugerente y no demasiado explícito, la acción se sitúa 8 años más tarde, cuando Alexander (Cluzet), un exitoso pediatra, todavía sufre en carne propia las secuelas del asesinato de su esposa Margot (Marie Josée Croze). Pero la aparición de dos cadáveres, de unas fotos y de un e-mail con un video cambian por completo la situación y el torturado protagonista se transforma de golpe de victima en posible victimario (el principal sospechoso para la policía).
Basada en un best-seller de Harlan Coben que llegó a vender más de seis millones de copias en 27 idiomas y gran éxito comercial en Francia, No se lo digas a nadie resulta atrapante por momentos y algo tortuoso (dura 132 minutos) por otros. Varias de sus subtramas y resoluciones son poco verosímiles, pero más allá de ciertos caprichos, estereotipos y arbitrariedades (como bien apunta Monteagudo) disimuladas por la categoría de su factura, no se trata de un thriller despreciable. De todas maneras, está claro, el cine francés ha abordado historias similares mucho antes y bastante mejor que este apenas correcto film de Canet.