Escuchen y sigan
Una nueva entrega de terror llega desde tierras coreanas y, tras tantos títulos que quedaron en el subconsciente del amante del género, las expectativas se colocan bien en lo alto.
Todo el que vio Invasión Zombie (Busanhaeng, 2016) puede recordar lo tan logrado que resultó el hecho de combinar zombies, cultura coreana y drama familiar. Muchos la catalogaron como una de las mejores películas de muertos caminantes de la historia y quizás el punto fuerte de todo esto confiere en no imitar al cine hollywoodense, si no utilizar algún que otro recurso del mainstream norteamericano y desarrollarlo con las herramientas del propio cine coreano: melodrama, costumbrismo e intriga. Estos factores hicieron que Invasión Zombie siguiera los pasos que ya habían iniciado títulos como Oldboy (2003), Memorias de un asesino (Memories of Murder, 2003), La huésped (Gwoemul, 2006) o Yo vi al Diablo (I saw the Devil, 2010). Quizás estos dos últimos sean grandes exponentes del cine de género coreano. Mimic: No sigas las voces (Jang-san-beom, 2017) busca continuar con esa hegemonía de aciertos que tanto celebra el amante del cine fantástico.
El film es dirigido por Jung Huh y narra la historia de una criatura que tiene el poder de imitar voces, provocando confusión, atracción y terror a quien es arrastrado hacía su trampa. La obra se desarrolla con absoluta prolijidad, pudiendo generar la intriga necesaria en los primeros minutos y seducir al público. Partiendo de la base de “familia tipo”, apuntando al melodrama por la pérdida de un ser cercano y posicionando a la imagen de la criatura como el ser que hurga dentro de tus miedos, el largometraje genera un leve suspenso maquillado por la factoría técnica del director.
Invasión Zombie abría el juego al debate familiar en un contexto apocalíptico. Poniendo sobre la mesa el valor por los lazos familiares, este film se convirtió en un éxito inmediato para el espectador y la crítica. Teniendo al melodrama como la madre de la historia y fusionándose con muestras del mejor cine fantástico, el cine coreano volvía a encontrar la fórmula para extenderse fuera de sus fronteras. Mimic: No sigas las voces está muy lejos de ser un exponente destacado del género, pero trata de no desaprovechar esa capacidad de contar historias digna del cine de origen asiático.
Mimic: No sigas las voces no generará el susto de tu vida. Pero seguro te va a contar una buena historia, cargada de intriga, emotividad, fantasía y drama. Esperando más estrenos desde estas tierras, esperamos que los próximos autores coreanos sigan estas voces que se originaron hace cerca de 15 años y brinden más ejemplos de la buena cosecha cinematográfica del cine de terror coreano.