Esta ópera prima de la chilena Marras combina el drama familiar con el thriller psicológico en una ambiciosa trama de mezcla de identidades, crecientes obsesiones y malas rachas (por momentos hay algo de la intensidad de Después de hora y del absurdo de Silvia Prieto). Se trata de un film ambicioso en sus múltiples subtramas y personajes secundarios, pero el resultado final no es todo lo sólido e inquietante que podía esperarse.
Olivia (Loreto Aravena) es una joven actriz que recibe llamados a su celular exigiéndole que pague una deuda a nombre de la Lorena Ruiz a la que alude el título de la película. Aunque en principio no le da mayor importancia (típico error de bases de datos informáticas), la cosa se va complicando más y más hasta que deberá tomarse el asunto en serio (abogados, amenazas de embargo, etc.).
Entre los conflictos de su madre con Alzheimer (Paulina García, vista en Gloria), romances con sus compañeros de teatro (por allí aparece el argentino Lautaro Delgado) y varios elementos amontonados y bastante desaprovechados (el contexto social de las marchas estudiantiles por una educación gratuita, un vecino travesti, etc.), las desventuras de Olivia no alcanzan a fascinar ni provocar del todo, aunque en el intrincado trayecto se notan en la directora unas cuantas apuestas valiosas a nivel de guión, narración y construcción de climas que seguramente podrá profundizar y consolidar en futuros trabajos.