El director de éxitos comerciales como Elsa y Fred, Viudas, Corazón de León, Inseparables y El fútbol o yo construye una película que pretende subvertir los códigos de la comedia romántica mas convencional, pero termina abrazando unos cuantos estereotipos con una resolución concesiva y poco convincente.
Paula (Julieta Díaz) dirige una revista femenina “progre” que -como todas las revistas (progres o no)- está en plena crisis económica. Ante la inminencia del cierre, los dueños de la editorial le piden que apunte a contenidos más convencionales y tradicionales, con énfasis en la maternidad. Pero Paula -prototipo de la mujer independiente contemporánea- no sueña con tener hijos y tampoco quiere compromisos afectivos serios (tiene un amigovio que interpreta Sebastián Wainraich) e inicia entonces una columna, “Razones para no ser madre”, que se convierte en un éxito insospechado.
El otro protagonista es Rafael (Pablo Echarri en su habitual papel de galán irresistible), un hombre casado y padre de una pequeña hija de pica rebeldía, cuya esposa está radicada desde hace muchos meses por trabajo en Finlandia y parece no tener demasiado interés en retomar la vida familiar. Rafael se muda al departamento contiguo al de Paula y se la pasa corriendo entre la escuela (donde las madres de las compañeras de Rocío no paran de suspirar por él) y su trabajo que consiste en mostrar casas para una inmobiliaria. Contará, sí, con la ayuda ocasional de Mollo (Daniela Pal, en el papel secundario más ambiguo e interesante de todo el film) y luego también de su vecina Paula.
La película amaga con un planteo sobre el empoderamiento de la mujer, pero la saludable impronta femenina más a tono con estos nuevos tiempos de la Argentina, del mundo e incluso de la comedia romántica (como bien sostiene Fernanda Mugica en esta columna) queda bastante disimulada primero y arrasada finalmente por una resolución conservadora, complaciente y concesiva. Algo pasa, en ese sentido, con el cine de Marcos Carnevale en general, que apunta a romper con los estereotipos, con los mandatos tradicionales, con los prejuicios sociales, pero en muchos casos no hace más que reafirmarlos o en el mejor de los casos cuestionarlos de manera obvia, a fuerza de moralejas tranquilizadoras como para que todo quede bien clarito y (sobre)explicado.
Y ese es, en definitiva, el principal problema de No soy tu mami, una comedia romántica con escasa sutileza, sin demasiados matices, con tendencia al subrayado (los contrastes entre Paula y el personaje de su hermana embarazada que encarna la coguionista Celina Font así lo certifican), una música torpe a cargo del brasileño Fabio Góes y una fotografía de Horacio Maira que ni siquiera cuida demasiado los primeros planos de los protagonistas. Entre personajes secundarios que funcionan como meros engranajes de una maquinaria ya vista muchas veces (Valeria Lois, por ejempo, como la Claudia Fontán de las producciones de Adrián Suar en el papel de la compañera de trabajo de Paula) están Echarri y Díaz (en una nueva colaboración con Carnevale después de Corazón de león y El fútbol o yo), quienes merecen ser reivindicarlos por mantener a flote a puro profesionalismo y no poco carisma personal un material que no es lo provocativo que pretende ser y una puesta en escena chata, apurada e incluso por momentos algo desprolija.