Sanguche de coincidencias
Sofisticada e intelectual, Paula (Julieta Diaz) es una periodista que junto a su socia encabeza una revista femenina atípica que evita caer en todos los lugares comunes de ese tipo de publicaciones.
Es justo la revista que ella quiere hacer, pero los números no acompañan y la publicación corre riesgo de cerrar a menos que logren atraer rápido a una cantidad considerable de público. Para salvarla, les sugieren hacer exactamente eso que odia: virar el eje hacia un estilo más tradicional y superficial.
Atrapada entre dos malas opciones, durante una charla con su hermana embarazada se le ocurre comenzar a escribir una columna con las razones por las que ella tiene decidido nunca ser madre. El éxito es inmediato, juntando por igual a gente que piensa como ella y gente que la detesta. Un click es un click.
Al mismo tiempo que la popularidad de su columna estalla, en el departamento de al lado se instala un nuevo vecino (Pablo Echarri) con su pequeña y simpática niña. Con intereses mezclados, comienza a relacionarse. Aunque por un lado disfruta un poco de estar con ellos, también son una gran fuente de inspiración para esa columna que nadie relaciona con ella al ser firmada con un seudónimo.
Pero quizás si
La trama es tan simple y anticipable como parece de antemano; solo sorprende cuando se vuelve absurda y el único misterio es por qué ponen en un lugar importante del poster a un actor que -además de hacer un papel muy pobre e irrelevante- apenas aparece un par de veces.
Lo que más sostiene a No soy tu Mamies el trabajo de sus dos protagonistas, seguidos de cerca por la pequeña niña que a puro carisma se gana sus escenas. El resto del elenco es casi parte del decorado, haciendo lo que pueden con lo poco que les dan para ir tachando estereotipos de una lista que hay que llenar.
No es que los protagónicos se salven de caer en la lista: aunque la quieran vender como de corte feminista, esta película no puede evitar presentar como irascible o cínica a la mujer que se sale de su lugar, sin profundizar en sus motivaciones más allá de algún momento interesante donde se queja porque todo el mundo opina y cuestiona su elección de no ser madre.
Tampoco esquiva el otro lugar común de tratar de héroe al padre que se dedicó a criar más o menos solo a su hija, cuando su esposa se fue a Europa al aceptar una oferta importante para su carrera. Y digo «más o menos» porque lo ayuda una mujer que no recibe mucho crédito y que (como siempre que se necesita un personaje femenino que no compita como interés romántico) es retratada de forma vulgar y grosera para justificar una relación cercana que no sea sexual.
No hay tiempo ni lugar para explayarse sobre los argumentos de Paula para no ser madre, pero sobre todo no hay mucha intención. No soy tu Mami no va a profundizar en eso; la historia sería la misma si simplemente fuese una mujer a quien le cae de la nada una niña de seis años y es incorporada de sorpresa en el grupo de madres de la escuela, abriéndole una perspectiva nueva hacia un mundo que hasta ese momento había desconocido. Seguramente porque ella nunca vio cine ni televisión, porque todo lo que muestra son lugares comunes recorridos cientos de veces en otras producciones de géneros variados.
En otras manos la misma premisa quizás hubiera resultado más original, pero no es sorpresa que No soy tu Mami transmite el mensaje opuesto al que parece pretender, encontrando la forma de no salirse de la regla.
Si hago tanto foco en la trama y su mensaje es porque también lo hace esta producción, donde la imagen está solo para sostener lo que se cuenta por otro lado, casi siempre con palabras. Visualmente hace lo justo para cumplir con esa función, sin pretensiones de nada más, ni siquiera para complementar la narración. Ello es algo que habitualmente calificamos como «televisivo», pero ya deberíamos considerar un nuevo calificativo porque cada vez hay más series con mayores pretensiones estéticas que las de este tipo de películas.