Esa cosita loca llamada amor
Que en el cine argentino son muy pocos los que se le animan al romanticismo no es ninguna novedad. Mucho menos aquellos que lo generan desde un lugar independiente o de autor. Y son contados los que ofrecen un producto genuino y de calidad. No te enamores de mí (2011) conjuga estos tres ítems a la perfección, junto a un elenco para aplaudir.
De estructura coral, No te enamores de mí cuenta la historia de seis treintañeros insatisfechos en sus relaciones de pareja. Como en todo film de tales características, sus vidas se cruzaran en algún momento de la trama para general algo nuevo o simplemente por casualidad.
El debutante Federico Finkelstain logra un film conciso que explora las diferentes facetas de los seres humanos cuando atraviesan por una serie de relaciones desgastadas o simplemente sostenidas por comodidad o vagancia (¿miedo a lo nuevo?). No te enamores de mí trabaja el romanticismo pero desde un lugar no convencional dentro del cine argentino como lo es lo dramático. Sólo casos aislados, como el de Paula Hernández con Un amor (2011), han experimentado en un registro similar. No es que sea un dramón para llorar pero lo que les pasa a cada uno de los personajes no puede ser considerado como una situación risueña, por más que por fuera traten de demostrar lo contrario.
Uno de los aciertos del film es un casting actoral que incluye a Julieta Ortega –cada vez mejor y sin duda una de las pocas actrices argentinas a la que la cámara ama-, Pablo Rago, Guillermo Pfening , Mercedes Oviedo (una revelación), Tomás Fonzi y la siempre descomprimida Violeta Urtizberea. Cada uno logra imprimirle a su personaje los matices necesarios para que estos sean creíbles, no sólo desde el afuera (Fonzi Y Pfening parecen hermanos reales e hijos de Luisina Brando) sino fundamentalmente desde el adentro.
No te enamores de mí tiene una mirada mucho más femenina que masculina, a pesar de que su hacedor sea un hombre. O al menos son las mujeres las que se animarán a cambiar sus historias. Serán ellas las que tomarán coraje para dejar la chatura de sus vidas y comenzar algo nuevo, sin importarles las consecuencias. Mientras los hombres preferirán la comodidad de lo ya conocido, por más malo que sea, antes de arriesgar y ser verdaderamente felices.
Desde lo técnico todo es más que loable y a pesar de ser una película independiente nada tiene que envidiarle a una producción industrial. Una puesta cool, luminosa, fresca, en donde brilla una banda de sonido entre lounge y electrónica compuesta por Iván Wyszogrod por demás de exquisita que no se puede dejar de escuchar y acompaña sin desentonar.
Puede que uno encuentre alguna que otra falla, un que otro problema de continuidad, o simplemente una escena fallida, pero cuestionar eso sería desvalorizar lo bueno y sin duda no influyen sobre el todo. Una película generacional sobre amores y desamores como el cine argentino muy pocas veces se anima a tratar. Hay que verla.