Tras su première mundial en la reciente Mostra de Venecia y en medio de acusaciones y chismes que hicieron las delicias de la prensa sensacionalistas respecto de un rodaje caótico con múltiples peleas dentro del equipo, llega a los cines de todo el mundo el ambicioso nuevo film de la directora de La noche de los nerds, una fábula ambientada en una urbanización aparentemente idílica en plenos años '50. El resultado artístico, lamentablemente, quedó muy lejos del de aquella promisoria ópera prima de 2019.
Todo lo que en La noche de las nerds (Booksmart), ópera prima de Olivia Wilde, era simpatía, desparpajo y fluidez se vuelve ampuloso, recargado y forzado en No te preocupes cariño, una producción mucho más pretenciosa (y fallida) que -justamente por los múltiples logros de aquel debut de 2019- resulta una profunda decepción.
No te preocupes cariño fue el hazmerreír de las redes sociales y los portales por motivos extracinematográficos (con epicentro en la polémica pública entre Wilde y Shia LaBeouf y los papelones de la presentación en Venecia con los distintos integrantes peleados entre sí), pero a nivel artístico -más allá de sus evidentes problemas- está lejos de ser el papelón que muchos colegas destruyeron con sorna en el mejor de los casos y desprecios en el peor.
Ambientada en una urbanización construida en medio del desierto californiano en plenos años '50, No te preocupes cariño nos muestra en primera instancia una comunidad idílica y, en ese contexto, nos encontramos con el prototipo (estereotipo) de la pareja feliz (“parecen en una luna de miel perpetua”, les dicen) entre Jack y Alice Chambers (Harry Styles y Florence Pugh), él ingeniero, ella ama de casa.
El proyecto urbanístico en cuestión se llama Victoria y pronto comenzaremos advertir que en medio de esa aparente perfección, de las rutinas y las seguridades, de instalaciones impecables y risas y cócteles, no todo lo que reluce es oro. Los secretos y mentiras, las manipulaciones y el control, la hipocresía y la doble moral, las perversiones y las trampas irán convirtiendo la experiencia en algo bastante alucinatorio, paranoico y perturbador.
Con recursos, elementos y climas que remiten a Amor a colores (Pleasantville), de Gary Ross; Las mujeres perfectas (The Stepford Wives), de Frank Oz; Matrix, de las hermanas Wachowski; ¡Huye! (Get Out), de Jordan Peele; y The Truman Show, de Peter Weir (y podríamos seguir citando decenas de películas y hasta series como Westworld o Mad Men), con referencias owellianas, imágenes lyncheanas y coreografías a-la-Busby Berkeley (“gracia en la simetría”, se nos insiste), No te preocupes cariño resulta una película demasiado recargada, pomposa y por momentos subrayada.
Ni siquiera un elenco pletórico de figuras como Florence Pugh (lejos de la excelencia de sus mejores trabajos), Harry Styles (muy poco sutil), Chris Pine (como el líder new age de la organización), la propia Olivia Wilde y Gemma Chan alcanza a maquillar los evidentes problemas de una película que deslumbra en lo visual (la fotografía de Matthew Libatique y el diseño de producción de Katie Byron son prodigiosos), pero en términos dramáticos naufraga entre la frialdad, artificialidad y obviedad de su propuesta.