Entre la felicidad doméstica y el miedo contenido
La idea de la perfección que completa los deseos máximos de la vida no es abordada por primera vez en el cine, pero tal vez sí lo sea en este tono pleno de simbolismos y con una estética cuidada en referencia a la idea de una vida plena de conformidad, encarnados por la pareja interpretada por Florence Pugh y Harry Styles.
La película dirigida por Olivia Wilde, lejos de ser el gran escándalo que prometía (a todas luces con lo que implica un camino que dirige más al interés publicitario) tiene grandes méritos y, a pesar de que, en principio, el interés concreto de la producción no centra su base en historias ya vistas, toma ciertamente elementos de varias de ellas. Obviamente, y en tren de no spoilear, no puedo mencionar todos los ejemplos que se me vienen a la mente.
La estética es una gran puerta de entrada a la propuesta general del guion de Katie Silberman, quien repite el rol ocupado en Booksmart a las órdenes de la directora del film, en una historia original basada en una idea de Carey Van Dyke y Shane Van Dyke (Chernobyl Diaries), y la propia Silberman. El guion es sorpresivo y atento a las circunstancias y planteos de situación para los personajes, en el entramado de la telaraña respecto de lo que se cuenta.
En lo relativo al cuidado de la imagen, el trabajo de producción y el despliegue físico del elenco (sobre todo en las escenas de baile), Wilde repite también nombres, porque equipo que gana no se toca; así es que regresan al set el director de fotografía Matthew Libatique, la diseñadora de producción Katie Byron y la coreógrafa Denna Thomsen. Es así que el gran trabajo de vestuario y fotografía corona el despliegue de No te preocupes, cariño, además del resto de los protagonistas entre los que se encuentran Nick Kroll, Sydney Chandler, Kate Berlant, Asif Ali, Douglas Smith, Timothy Simons y Ariel Stachel.
Con la idea de crear un thriller psicológico con golpes efectivos, aprovechando ciertos aspectos logrados llevados adelante a modo de homenaje, Wilde construye, casi en un servicio al espectador cinéfilo, un cuento acorde a las expectativas generadas.