La nueva película de la actriz Olivia Wilde, quien tuvo un elogiado debut en la dirección con La Noche de las Nerds (Booksmart, 2019), no ha quedado ajena a la atención mediática. En principio, a razón de una polémica desatada en redes sociales, que involucra la salida dudosa de Shia LaBeouf del elenco tras ser acusado de abuso sexual y psicológico por parte de su ex pareja, los rumores de infidelidad de la directora junto al protagonista Harry Styles y, por si fuera poco, la supuesta tensa relación entre Florence Pugh y Wilde. Luego vendría la premiere en el Festival de Cine de Venecia, en donde el thriller fue destrozado por la prensa especializada. Cabe aclarar que la primera circunstancia no será tenida en cuenta en este espacio, ya que nada tiene que ver con la función de la crítica. Sin embargo, es pertinente preguntar: ¿Es la película de Wilde el desastre que parecía augurar su escandaloso set?
Lejos de cualquier veredicto extremista, hay que decir que No te Preocupes Cariño (Don’t Worry Darling) es un film irregular, con claros problemas en su escritura, pero aun así digno de visionado. Ideada bajo el gobierno de Donald Trump, la película fue pensada como una respuesta a su famoso slogan, Make America Great Again (“Hagamos a Estados Unidos Grande Otra Vez”), reflexionando sobre lo que implica volver a un tiempo pasado en donde los derechos humanos, entre ellos los de las mujeres, estaban fuera de agenda. Es por ello que Wilde despliega aquí una mirada crítica hacia la familia nuclear capitalista y los roles de género a modo de cuento de hadas perverso, colocando la figura tradicionalista de la ama de casa y esposa devota en primer plano.
Un mundo feliz
Ambientada en el crepúsculo de unos elegantes años ’50 que remiten al imaginario hollywoodense del American Dream, la historia presenta un microcosmos idílico ubicado en el desierto de California. Se trata de una exclusiva comunidad de casas prefabricadas y jardines perfectos construida por la misteriosa empresa Victory, quien lleva a cabo un proyecto ultrasecreto de logística en donde trabajan todos los hombres de familia del lugar.
Como es de esperar, las esposas cumplen el rol signado por el conservadurismo de la época, esto es, el de ama de casa extremadamente sonriente salida de publicidad retro que atiende las necesidades de su marido y ocupa su tiempo libre entre el shopping con amigas y cócteles.
En este oasis artificial y funcional, en donde las noticias del mundo brillan por su ausencia, la cámara sigue de cerca a Jack y Alice Chambers (Harry Styles y Florence Pugh), un joven y sexy matrimonio sin hijos que a los ojos de sus vecinos viven en una luna de miel perpetua. Sin embargo, sus vidas altamente planificadas parecen a punto de desmoronarse cuando una Alice acosada por vívidas pesadillas y alucinaciones comienza a sospechar de la verdadera naturaleza detrás de Victory y de Frank (Chris Pine), el intimidante CEO de la compañía. Un extraño accidente de avión en el desierto y el descenso hacia la locura de una de las esposas modelo de la ciudad, serán cruciales para que la protagonista tome cartas en el asunto y emprenda un frenético escape de aquel paraíso infernal.
Con claras influencias de películas como The Truman Show (1998), Las Mujeres Perfectas (2004) y ¡Huye! (2017), el segundo largometraje de Wilde plantea una distopía en donde el machismo y las conspiraciones políticas confluyen en una sociedad con una estructura cerrada y piramidal similar a la que caracteriza a los grupos sectarios. En este sentido, resulta conveniente la época pre digitalización en que se desarrolla la acción y la ambientación en el desierto, cuyos planos largos potencian el efecto de aislamiento de los residentes.
El personaje de Pine, como el manipulador líder de esta especie de culto que promete éxito profesional y felicidad, recuerda a gurús de famosas sectas modernas como NXIVM, cuyos seguidores quedaban absortos por la brillantez y el carisma de su creador. Un líder al que los hombres patéticos pretenden imitar hasta en el vestuario. A este paradigma se suma también el proyecto encubierto de Victory, que los trabajadores no pueden comentar ni siquiera con sus esposas pero que todo parece indicar que se trata del desarrollo de un arma de destrucción masiva. Una maquinación que no resulta descolocada teniendo en cuenta que estamos ante un periodo de la vida estadounidense precedido por una fuerte política estatal anticomunista y su consecuente persecución.
Es evidente que No te Preocupes Cariño no es una oda a la originalidad. Cualquier espectador poco experimentado sabrá para que lado se dirige la historia y no es para menos, si tenemos en cuenta la cantidad de relatos sacados de La Dimensión Desconocida o Black Mirror que han bombardeado la pantalla grande y pequeña en las últimas décadas. Pero su mayor problema no radica en la falta de novedad o su predictibilidad, sino en el trazo grueso de una narrativa que descarta el subtexto y desconfía de la capacidad de su público para captar los mensajes políticos. El guion escrito por Katie Silberman (con quien Wilde ya había trabajado en La Noche de las Nerds), sobre una idea de los hermanos Shane y Carey Van Dike, es tan subrayado y alegórico como la idea de bautizar Alice a una protagonista atrapada en un “mundo de maravillas” o mencionar “la simetría” del sistema en voz en off mientras unas bailarinas macabras hacen una armoniosa coreografía.
Con todo, el film de Olivia Wilde destaca en varios puntos importantes, entre ellos el aspecto visual. A partir de un diseño de producción meticuloso, con decorados amueblados por todos los electrodomésticos del momento, un vestuario estiloso y la fotografía de colores vibrantes a cargo de Matthew Libatique (DF de varios filmes de Darren Aronofsky), la película cumple su objetivo al impregnar la pantalla del glamour y la modernidad de los ’50. En cuanto a la dirección, hay ciertos intentos de Wilde por elevar la escritura obvia y repetitiva a través de escenas de terror y surrealistas interesantes que contrastan con el drama convencional e intensifican su atmósfera claustrofóbica.
Por último, es menester destacar la labor de Florence Pugh en No te Preocupes Cariño. Gracias a su magnetismo logra capturar la atención y mantenerla de principio a fin. La joven actriz tiene la versatilidad necesaria para ahondar en su faceta más vulnerable y a su vez, sacar una versión feroz y subversiva como ya hemos visto en Midsommar (2019). Caso contrario el de su co-protagonista, el cantante Harry Styles, cuya actuación plana y genérica lo ha dejado muy por debajo de sus colegas.