Olivia Wilde, la reconocida actriz de «House M.D» y directora de la entretenida «Booksmart» (2019), nos trae su segundo largometraje tras las cámaras, el cual tuvo una premiere mundial en el Festival de Venecia. Simultáneamente vieron la luz un montón de cuestiones polémicas relacionadas con la producción que comenzaron a llenar las redes sociales de especulaciones y teorías, que poco tienen que ver con el resultado de la ambiciosa, pero en cierto punto fallida, propuesta que nos presenta «Don’t Worry Darling».
Comencemos diciendo que más allá de todas las desinteligencias que sufrió la producción del film (algunos desconfiados dirán que es una estrategia de promoción), la obra está muy lejos de ser el fracaso estrepitoso e inmirable que afirmaba la crítica internacional. El film de Olivia Wilde probablemente peca de pretensioso y sumado a que en ciertos aspectos se siente como algo que ya vimos en contadas ocasiones se termina diluyendo el interés del espectador, especialmente en ciertos momentos repetitivos del relato.
El largometraje se centra en lo que parece ser el desierto californiano, en una comunidad bastante recluida e «idílica» de los años ’50, donde sus ciudadanos trabajan para una secreta y misteriosa organización que lleva adelante el Proyecto Victoria. Dicho proyecto incluye un tipo de ciudad experimental que esconde varios aspectos de su plan fundacional bajo un aparente optimismo y un estilo de vida lleno de placeres. Alice (Florence Pugh) y Jack (Harry Styles) son una pareja que mantienen una existencia relajada y feliz, hasta que la joven mujer comienza a tener una serie de visiones y también presenciar ciertas cosas extrañas en los alrededores que la llevan a desconfiar de las intenciones de Frank (Chris Pine), el Director General del Proyecto de urbanización y una especie de visionario corporativo y Coach motivacional de estilo de vida. Alice comienza a investigar y va notando algunas grietas en su idílica vida, exponiendo destellos de algo mucho más siniestro que se esconde bajo la atractiva fachada.
El principal problema que presenta «Don’t Worry Darling» es que aglutina elementos que ya vimos varias veces en otros relatos como, por ejemplo, «The Village» (2004), «The Stepford Wives» (2004) e incluso hasta «Get Out» (2017), en un guion que resulta algo convencional con giros que vemos venir desde el principio y sin aportar algo demasiado novedoso a la cuestión. Incluso, su segundo acto se siente algo extenso y repetitivo, y nos invita a pensar que podría funcionar mejor como un episodio de corta duración de alguna serie al estilo de «The Twilight Zone» o «Black Mirror».
Una lástima realmente, ya que la película tiene algunos elementos interesantes, como quizás la cuestión de igualdad de género que busca incluir Wilde en medio del thriller psicológico con tintes de ciencia ficción. Por otro lado, Florence Pugh se siente verdaderamente convincente en su papel, dando nuevamente todo su talento y esfuerzo para sacar a flote el film, incluso cuando varios de sus compañeros de elenco no logran estar a su altura.
Asimismo, todo lo que tiene que ver con el «setting» del relato, el diseño de producción y la dirección de fotografía están realmente bien y se nota que hay un enorme esfuerzo desde lo visual para sumergir a la audiencia en el mundo que establece la película. Sin embargo, es la convencionalidad de la misma la que nos expulsa y nos lleva a pensar en otros relatos mejores dentro del mismo estilo.
Incluso el problema cae dentro del desarrollo de ciertos personajes secundarios como el de Chris Pine, que carece de profundidad y desarrollo como para presentar un antagonismo fuerte. Asimismo, algunas situaciones parecen atentar contra el verosímil que construye el mismo relato y dejan naufragando a la ya de por si endeble base narrativa sobre la que se sustenta el film.
«No te Preocupes Cariño» es un film con varios inconvenientes que poco tienen que ver con la polémica extra-ficcional que le quisieron adjudicar a la obra. Los problemas del film tienen más que ver con su familiaridad que con supuestos desajustes entre sus intérpretes o una «mala» dirección de Wilde, lo cual no es el caso. Incluso dentro de los problemas narrativos, se advierte desde un principio que el inconveniente está en el guion y no en la visión de su directora que sabe bien qué cuestiones quiere explotar. Un film que tiene mucho potencial por su talento delante y detrás de cámaras y por un cúmulo de ideas atractivas que no pudieron ser explotadas del todo.