La cartelera nos presenta este drama con tintes de thriller policial, ambientado en los años ’50. Una suerte de sci-fi feminista en donde un personaje vehicular de la trama comienza a tomar percepción de la extraña realidad que la rodea. El misterio psicológico con tintes de horror nos adentra en la cotidianeidad de un vecindario donde la rutina de amas de casa y esposos felices prolifera. Uno puede observar ese tipo de imágenes de afiche publicitario cobrando vida ante nuestros ojos. Pero, cuidado, la perfección es pura cáscara y fachada. Detrás, se esconde un secreto presto a ser desenmascarado. No se requiere eximia experiencia para poder comprobar en qué butaca nos hemos sentado: esta película la hemos visto antes. Un punto de verosímil cuestionable hace que “No te Preocupes, Cariño” pierda pronto credibilidad. Las formas audiovisuales ejecutadas a gran nivel estilístico no alcanzan. El film se hace de ideas preexistentes, cuyas referencias más notorias se rastrean en obras semejantes como: “Black Mirror”, “The Stepford Wives” y “The Handmaid’s Tale”. tales influencias comparten elementos que colocaran el énfasis sobre esta dinámica turbia que anida tras la apariencia idílica y perfecta de un grupo social. Olivia Wilde, la directora de la comedia adolescente “Booksmart” (2019), vuelve a colocarse detrás de cámaras, ofreciendo un producto dispar. El ritmo narrativo se desenvuelve de forma lenta y la fórmula repetitiva se plaga de secuencia en donde la reacción no precede a la acción. Los efectos sin causa ni congruencia no hacen más que contribuir a nuestra desconexión como audiencia. Apenas, y de a ratos, la fuerza actoral en Florence Pughls aviva la llama de una historia que se enfría pronto, víctima de su inconsistencia narrativa. Si bien la pesadilla relatada se desenvuelve de modo terrorífico, proveyendo instantes opresivos y que sofocan emocionalmente, el tedio acabará ganándole a la sorpresa. Lo primeramente insinuado acaba encapsulado en un guion falto de riesgo. No ha sido sencilla la última aventura cinematográfica para Wilde: un tropezón en plena alfombra roja, culminó un espiral de complicaciones, en derredor de la polémica que visibilizara mayúsculos escándalos de su vida privada.