Abandonado de niño, despreciado por su familia adoptiva, alcohólico desde los trece años y cuadripléjico de por vida tras un accidente de auto en su juventud hasta que una sacrificada faceta como caricaturista lo convierte en una celebridad en Portland: la malograda existencia del verídico John Callahan (1951-2010) interpretado por Joaquin Phoenix en No te preocupes, no irá lejos impone por defecto un manto de drama, patetismo y superación.
Autoayuda de sí mismo, el filme de Gus Van Sant invoca el humor ácido de Callahan –realizador de viñetas con lisiados como objetos de broma- para revertir el cliché lacrimógeno: así desfilan personajes excéntricos como el gurú de la rehabilitación enfermo de Sida Donny (Jonnah Hill), el tipo locuaz que maneja el auto que lo lleva a la parálisis (Jack Black) o la etérea enfermera-amante Annu (Rooney Mara), a la vez que se ve a Callahan cayendo reiteradamente de su silla eléctrica a modo de gag, pasándola bien con sus compañeros tullidos y teniendo sexo en poses inusuales en alternancia con insertos animados de sus garabatos y jazz de Danny Elfman.
Esos retazos de comedia negra arty en los que resuenan ecos de los filmes de Charlie Kaufman o Paul Thomas Anderson se licúan entre pasajes morosos y solemnes donde la película parece debatirse entre el desenfado y la indulgencia de su protagonista.
La intermitencia es asimismo narrativa, en tanto la biografía se despliega en un tiempo desordenado de flashbacks y superposiciones: precedido de un comienzo prometedor de tintes retro en el que se recrea la manera en que Callahan pierde la movilidad –de la juerga nocturna al cuerpo tirado en la ruta a una macabra y tortuosa temporada en el hospital en la que se luce Phoenix- la cinta es acechada por la parálisis al volver una y otra vez sobre el alcoholismo y sus vómitos, la madre inhallable, el padecimiento físico propio y ajeno, las citas zen de Lao Tzu, los paseos veloces en dos ruedas, el dibujo sobre hojas y la publicación en los diarios.
Van Sant, cuya filmografía representa un sintomático debate entre la experimentación y la receta mainstream –las osadas Drugstore cowboy, Elephant o Paranoid Park coexisten en su haber con las eficaces pero predecibles En busca del destino, Descubriendo a Forrester o Milk- se viene inclinando en recientes producciones por temáticas mórbidas y sombrías (Restless, Promised land y The sea of trees, no estrenadas en salas) con resultados poco felices. No te preocupes, no irá lejos es un interesante reajuste en ese sentido, aunque el impulso caiga presa del chiste del título.