No te preocupes, no irá lejos: La desgracia como oportunidad.
El gran Gus Van Sant vuelve con la historia real de un caricaturista, alcohólico y en silla de ruedas. Una gran historia repleta de grandes actuaciones.
Una biopic centrada en este particular personaje hablaría de un caricaturista que con humor negro enfrentó el haber quedado paralitico en un accidente, pero no la de Gus Van Sant. En esta cinta eso ocupa una porción minoritaria de la trama, enfocándose mucho más en su trágica lucha contra el alcoholismo. Un ejemplo de como renacer de una desgracia desgarradora, enfocándose en una historia muy particular sin molestarse en ensuciarla con demasiado realismo.
El titulo original en inglés es mucho más descriptivo y apropiadamente humorístico (“No te preocupes, no llegará lejos a pie”), ya que es una historia de superación casi imposible. Un alcohólico al que no le basta con tocar fondo para dejar la bebida termina de por vida en silla de ruedas debido a un accidente, y su grupo de ayuda en alcohólicos anónimos va a ser clave para que de vuelta su vida. Hace de la peor tragedia la mayor de las bendiciones.
Entre sus mayores fortalezas esta el destacadísimo elenco, grandes nombres que la película disfruta y sabe exprimir a la perfección. Aunque quizás la única excepción a esto último sea sorpresivamente el protagonista. Joaquin Phoenix construyó un personaje excepcional, brillando como suele hacerlo en toda producción de la que forma parte, pero la estructura a lo rompecabezas de la película hace que su interpretación se vea demasiado fragmentada y no logre el envión adecuado. Consecuencia de que la forma final que le daría el montaje a la cinta no estaba concreta antes de la post-producción. De todas maneras, todo esto no logra ahogar una interpretación y un personaje que sirven como un centro excepcional para el film.
Pero en lo que respecta a los personajes secundarios, el trabajo es verdaderamente esplendido. Todos terminan entregando una performance impactante mucho más allá de su limitado tiempo en pantalla. Jonah Hill, en su mejor actuación hasta la fecha, Rooney Mara y Jack Black (por nombrar algunos) le dan vida a sus pequeños personajes de la forma justa. La experiencia de la película gana muchísimo con una red de interpretaciones tan justas. Con mérito repartido también entre el director y los encargados del casting.
La trama se va construyendo muy apropiadamente con momentos más que una continuidad bien definida. No hay una razón para que de vuelta su vida, es un conjunto de cosas lo que de a poco le va a ir mostrando que puede sobreponerse a todo. Van Sant es un director muy sentido que suele dirigir sus producciones sentimentalmente, y este es un perfecto caso de ello. El resultado final es una bella fábula en la que vemos lo dificultoso que es el camino de recuperación de un alcohólico, aún en las peores circunstancias imaginables.
Es un tipo de historia de vida que hollywood se ha encargado de que todos ya creamos conocer. Pero en este caso, excepto que estés muy saturado de biopics, es verdaderamente un trabajo que toma a su objeto de estudio y lo utiliza para relatar una experiencia única en la voz de un director tan especial como Van Sant. Sin dudas una experiencia que, al igual que cualquier vida en pedazos, tiene bastante que vale la pena rescatar y disfrutar. Por momentos se pierde en sí misma, pero es un ejemplo hermoso de como hacer de una figura real un personaje propio en una ficción que aspire a hacer algo más que ser un simple racconto de la vida real.