No te preocupes, no irá lejos es la mejor película que Gus Van Sant ha hecho en muchos años.
El director tomó una simple historia real sobre alcoholismo y autosuperación, y la convirtió en un relato que traspasa la pantalla.
En gran parte se debe a la soberbia actuación de Joaquin Phoenix. Es impresionante lo que logra el actor aquí.
Gracias a las diferentes líneas de tiempo que aborda el guión, tiene posibilidad de darle diferentes capas y variantes a su personaje. Todas y cada una maravillosas. Una constante lección de actuación en el cine.
Asimismo, el protagonista se encuentra muy bien acompañado por un cast de estrellas, entre los que destaco a Jonah Hill, Rooney Maray Jack Black, cada uno brilla.
En cuanto a la historia, el mayor logro del guión (basado en el libro escrito por la persona real que inspiró todo), es su estructura desordenada.
Porque fuera de eso es bastante previsible todo, y ahí el único punto flojo de la película: podemos vislumbrar el final desde muy antes.
En cuanto a la fotografía, destaco las transiciones, pero por momentos de abusa de ese recurso.
Algo para destacar, son las buenas inserciones de las caricaturas que hace el protagonista y como cobran vida en forma de animación para que sea funcional.
Con todo esto, se genera un buen clima, y hay un par de escenas que te emocionan mucho y otras que te sacan una carcajada. El balance es bueno.
Y si bien Hollywood ha trabajado mucho este tema, se siente un aire de frescura en esta producción.
En definitiva, No te preocupes, no irá lejos es una buena película, con una muy poderosa interpretación, pero que no dejará mayor rastro.