Los personajes de Gus Van Sant suelen ser, más que sufridos, sufrientes. El director de Mi mundo privado, En busca del destino y Elephant refleja humanidades, seres cuya naturaleza pura se ve por algún motivo convertida, transformada, alterada.
John Callahan fue un caricaturista de un humor sumamente ácido. Lo tenía inclusive antes de los 21 años, cuando un accidente automovilístico lo dejó tetrapléjico. Ya por entonces era un alcohólico empedernido -él iba en el asiento del acompañante esa noche de alcohol cuando fue el choque- y uno supone que de pequeño conllevaba y padecía angustias por la madre que lo abandonó.
Sobre esos dos pivotes se maneja Van Sant. Callahan podía ser tan irónico como insoportable, no tener amigos y llevarse pésimo con su cuidador, cuando ya estaba en su silla de ruedas y a duras penas podía hacer lo que más le gustaba: descorchar con los dientes una botella.
No te preocupes, no irá lejos es también el remate de una de sus humoradas gráficas. Callahan se tomaba el pelo a sí mismo, y era políticamente incorrecto. Los personajes con los que se cruza -la película transcurre en buena parte durante los años ’80- también son carismáticos, tienen sus aristas, como Donny, el gurú al que visita (Jonah Hill), un gay que tiene sida; Annu, el que compone Rooney Mara, o el mismísimo Dexter (Jack Black), quien conducía ebrio aquella fatídica noche.
Callahan publicaba en el Willamette Week de Portland -al que llegaban cartas quejándose de su mirada burlona- y llegó a aparecer en más de 200 publicaciones nacionales e internacionales.
Lo nuevo de Van Sant, que se exhibió en el último Festival de Berlín, gira hacia los toques de humor más que a la comedia, en búsqueda de una empatía con el espectador, como una vía más sencilla que si hubiera elegido el filón dramático, y que la historia claramente tiene.
Fue una decisión acertada, porque volver a confiar en Joaquin Phoenix -como en Todo por un sueño (1995)- le permite moverse en ese registro que tanto le gusta al actor de Gladiator y Ella. El de las figuras sin límites, la que desdibuja sus bordes, es imprevisible y hasta controvertida. En síntesis, que la unión entre Van Sant y Phoenix se nutre de esa aproximación más que yuxtaposición en pos de una historia, y un personaje, para la polémica.