“No te preocupes, no irá lejos”, de Gus Van Sant
Por Ricardo Ottone
Si uno viene medio desprevenido y lo primero que escucha como descripción de la película es que está protagonizada por un discapacitado en silla de ruedas, que además está luchando (y perdiendo) contra su alcoholismo, que su madre lo entregó en adopción a un convento porque no lo quería, que está basada en una historia real, y que está es la historia de su sanación, lo más lógico es que quiera salir corriendo. Y es que, la vida nos lo ha enseñado una y otra vez, lo más probable es que lo que se venga es un regodeo lacrimógeno, un mamotreto condescendiente con aspiraciones de parábola edificante y aleccionadora. No es lo más frecuente pero, por suerte, a veces nuestros preconceptos prueban estar equivocados. No te preocupes, no irá lejos tiene todos esos elementos que describimos al principio y ninguno de los que temíamos, aunque a veces juegue al filo. Y sí, es una historia de sanación, pero una que elude la condescendencia, la moralina y, sobre todo, la corrección política.
La clave debe estar en los nombres. El de su director, Gus Van Sant, pero sobre todo del personaje real que lo inspira, John Callahan, un popular humorista gráfico con residencia en Portland, de donde también es originario Van Sant y donde filmó gran parte de sus películas. Callahan mismo relata en I Think I Was an Alcoholic (Creo que fui un alcohólico), un corto de animación que realizó en 1993, y vuelve a relatar aquí personificado por Joaquin Phoenix, como empezó a tomar en la adolescencia y pronto cayó en el alcoholismo, adicción que lo acompañó buena parte de su vida. Entre todos los problemas y situaciones catastróficas que su compulsión le hizo vivir está el accidente automovilístico que lo dejó paralítico y, desde entonces, inevitablemente adosado a una silla de ruedas. A partir de esta situación, su alcoholismo no hizo sino agravarse y tuvo que pasar un buen tiempo, una cantidad de frustraciones, situaciones desgraciadas y humillantes hasta que finalmente pudo pedir ayuda y emprender el camino difícil, penoso pero necesario, para librarse de su adicción.
Todo esto no tendría el mismo interés si además Callahan no hubiera sido una persona inteligente y creativa que, pese al desastre que era su vida, pudo también convertirse en uno de los humoristas gráficos más populares de Estados Unidos. Publicado en varios diarios y revistas de circulación nacional, admirado y también criticado por su humor negro, incorrecto y ofensivo, que muchas veces tenía como protagonistas y como blanco a discapacitados de diverso tipo. A Callahan no le importaba ofender y hasta disfrutaba de las diatribas de sus detractores. Y además odiaba los eufemismos y la condescendencia que se prodiga a los discapacitados. Fiel al personaje, Van Sant no es condescendiente con él y lo muestra no sólo como un tipo ingenioso y un artista talentoso sino también en varias situaciones incómodas y hasta patéticas comportándose a veces como un energúmeno (iba a decir que no lo dejan bien parado, en fin…) y además le saca las excusas para justificarse tales como el rechazo de su madre o su discapacidad. Esto queda claro en la escena en que el coordinador de un grupo de autoayuda (interpretado por Jonah Hill) le hace ver que su discapacidad no es la excusa para beber sino la consecuencia más visible del problema mayor que es su alcoholismo.
El retrato que hace Joaquim Phoenix no se preocupa tanto por mimetizarse físicamente (aunque está lookeado no se le parece tanto) sino que apunta a captar su espíritu provocador, descreído y a veces un poco cretino. Una de las grandes escenas de la película lo muestra cuando se sube por primera vez a la silla de ruedas motorizada y vemos su rostro de alegría y hasta un poco de malicia como la de alguien a punto de hacer una travesura, para luego salir despedido a toda velocidad. Lo veremos luego circulando por la calles como un bólido y también dándose a veces un buen porrazo.
El título está tomado de las memorias de Callahan pero su traducción local elude la parte incorrecta al sacarle el “a pie” (on foot) que remata el gag. Es además una ironía porque al fin y al cabo logró llegar bastante lejos aunque no sin obstáculos. El film va siguiendo, aunque con idas y vueltas en el relato, su caída y recuperación en el recorrido de los 12 pasos de Alcohólicos Anónimos y muestra que los integrantes de un grupo de autoayuda pueden ser divertidos, sardónicos, y no tienen nada que envidiarle a los de Chuck Palahniuk. Van Sant se ríe de los clichés de la película de autoayuda sin dejar de hacer una historia de superación e incluir algunos de esos lugares comunes como el poder curativo del arte o la capacidad de perdonar y perdonarse a sí mismo. Sin embargo se las arregla para hacerlo con desparpajo, con cariño por su personaje y homenajeándolo de la mejor manera que es con el humor.
NO TE PREOCUPES, NO IRÁ LEJOS
Don’t Worry, He Won’t Get Far on Foot. Estados Unidos. 2018.
Dirección: Gus Van Sant. Intérpretes: Joaquin Phoenix, Rooney Mara, Jonah Hill, Jack Black, Mark Webber, Udo Kier, Beth Ditto,Tony Greenhand, Kim Gordon, Carrie Brownstein. Guión: Gus Van Sant, John Callahan, Jack Gibson, William Andrew Eatman. Fotografía: Christopher Blauvelt. Música: Danny Elfman. Edición: David Marks, Gus Van Sant. Producción: Charles-Marie Anthonioz, Mourad Belkeddar, Steve Golin, Nicolas Lhermitte. Producción Ejecutiva: Brett Cranford. Dirección de Producción: Jahmin Assa. Distribuye: Diamond Films. Duración: 114 minutos