Leyendas urbanas, brujas demoníacas y terrores efectivos
El reencuentro entre una hija y su madre años después de que ésta la abandonara, y los problemas de comunicación entre ambas, funcionan como marco para una historia de horror con una bruja vengativa como protagonista.
Siguiendo la premisa de "leyenda urbana" que se convierte en realidad, al estilo de la gran Candyman o la más cercana y muy floja Nunca digas su nombre, el filme tiene un muy buen arranque y excelentes sustos, aunque la propuesta se va diluyendo en un guión con altibajos y algunos lugares comunes.
El prólogo, con una atmósfera gótica que rememora las cintas clásicas de brujería e inquisición predisponen de muy buena manera a los espectadores. Pero rápidamente el filme deja de lado este camino y se centra en sendas más visitadas por el género en la actualidad. Eso sí, apelando a la fusión de dos géneros tan disímiles como el drama familiar y el horror juvenil, el director Caradog W. James responsable de la interesante The Machine, logra transmitir tensión, a base de buenos planos, una fotografía sórdida (con excelentes e inquietantes utilización de sombras y haces de luces) y una puesta en escena muy cuidada.
Katee Sackhoff y Lucy Boynton (madre e hija en la ficción) son muy buenas actrices y superan la media de actuación que solemos encontrar en este tipo de productos fílmicos.
No toques dos veces, es un filme ideal para adolescentes en busca de sustos rápidos y efectivos (algunas secuencias claramente inspiradas en el horror asiático resultan muy aterradoras) y el giro argumental final levanta una historia que por momentos parece extrañar un hilo conductor más realista.