La madre de todas las maldiciones
El director de The Machine (2013) realiza este film británico sobre una madre que debe recuperar a su hija adolescente acosada por una maldición. La película mezcla subgéneros del cine de terror y por momentos parece perder el eje de una narración previsible, aunque sobre el final su aire sobrenatural la convierte en un relato atractivo.
Chloe (Lucy Boynton) recurre a su madre ausente tras ser condenada por una extraña maldición: Golpear dos veces en la casa abandonada cerca de la autopista hace que el espíritu de la difunta (que se suicidó por una condena injusta) la persiga hasta matarla. Su madre Jess (Katee Sackhoff) agradece la visita e intenta recuperar a su hija. Esta mujer atormentada y llena de culpa es lo mejor de una película que se apoya en esta subtrama melodramática para dimensionar lo sobrenatural.
No toques dos veces (Don't Knock Twice, 2016) comienza como un melodrama de madre atormentada, artista plástica y ex drogadicta que tiene que recuperar a su hija adolescente. Salta bruscamente a la maldición de fantasmas y pasa por el policial de monstruos medievales. En este pastiche cinematográfico el director Caradog W. James logra, contra todo pronóstico, mantener la atención. Después de los desfasajes de tono y estilo iniciáticos, uno se acostumbra como si el film adquiriese un verosímil propio y la intriga funciona.
Ayuda por supuesto el estilo británico de la cinta: Una sobre explicación constante que, por más redundante que se torna, articula los desvaríos del argumento y los conducen con eficiencia hasta el final. Y para sorpresa de todos, la película crece en los minutos finales, anclada en el vínculo femenino a fortalecer entre madre e hija, que amplifica las pasionales mortales del relato.
Sustos, clichés y una maldición a la vieja usanza para una película que funciona a medias pero supera el difícil objetivo de entretener.