A lo largo del siglo XX descollaron algunas mujeres que trascendieron el lugar tradicional, pasivo y guardado que la sociedad les asignaba. Alma Mahler, Frida Kahlo, Misia Sert, Indira Gandhi, Eva Duarte, y muchas otras abrieron el camino en un proto feminismo del que empezamos a ver las consecuencias. Entre quienes se destacaron en América Latina por su fuerte personalidad y libertad en sus actos estuvo Blanca Luz Brum. Nacida en Uruguay, ella hizo honor a su nombre iluminando a su paso diversos ámbitos de la región. Poeta, periodista, pintora, activista política de uno y otro lado, sin practicar literalmente el feminismo, es hoy una referente de las feministas por la libertad con que desarrolló su vida.
Salida de un ambiente de la burguesía, tuvo un primer matrimonio en su tierra, con el poeta peruano Juan Parra del Riego. Tras quedar viuda y con un hijo, empezó a escribir poesía, pero su trascendencia no residió tanto en el ámbito literario cuanto en el efecto que su arrasadora atracción erótica ejerció sobre hombres poderosos.
El documental de Pablo Hernán Zubizarrieta (director de Grete, la mirada oblicua, y 4 de julio: La masacre de San Patricio), que toma su título parafraseando uno de sus poemas, sigue el derrotero de Blanca Luz desde sus orígenes hasta su final, en la isla Robinson Crusoe de Chile, que le debe su nombre. Lamentablemente no abundan registros fílmicos de la protagonista. Tras militar con José Carlos Mariátegui en Perú por la causa comunista, conoce en Buenos Aires a David Alfaro Siqueiros, con quien parte a México.
Convocado por el magnate periodístico Natalio Botana para pintar un mural en su quinta -hecho evocado en el documental Los próximos pasados, de Lorena Muñoz- Siqueiros y ella vuelven a Argentina, donde Blanca Luz vive un escandaloso romance con Botana y se divorcia del artista mexicano. Siguen sucesivos viajes, matrimonios e hijos, hasta que recala nuevamente en Buenos Aires, donde promueve el ascenso de Perón al poder y se gana el rechazo de Eva. Su matrimonio con un poderoso ejecutivo de Estados Unidos le permite llevar una vida regalada en Chile, donde colabora en la fuga de otra figura controvertida: Guillermo Patricio Kelly. Hasta la llegada de Allende. Entonces, Blanca Luz se transforma, abandona sus posturas socialistas y apoya anímica y materialmente a la dictadura de Pinochet, quien llega a condecorarla. Pasa el final de su vida hasta morir en 1985 en esa isla del sur de Chile, donde hoy su hija y nieta evocan su memoria.
Frente a una vida tan rica en experiencias y anécdotas, tan inusitada, con variadas versiones de sus andanzas, el documental intenta pasar revista de manera algo apresurada y superficial sobre todas ellas. Tal vez porque no resulta fácil seguir los pasos de tamaño personaje, que excede toda clasificación. Y no logra desentrañar del todo sus misterios, mutaciones y contradicciones, en un abanico que la lleva de morena a rubia, y del comunismo al fascismo.