La primera hora de Noche americana no revela sus cartas de inmediato. Por el contrario, la ópera prima del realizador Alejandro Bazzano comienza con una historia que parece erigirse sobre una catarata de clichés. Iván (Alan Daicz) es un músico uruguayo de 24 años a quien le cancelan un vuelo de Roma a Buenos Aires, por lo cual deberá pasar una noche en un hotel de la capital italiana. En la misma situación está Michelle (Florencia Raggi), una actriz argentina de proyección internacional quien encuentra en el joven una vía de escape de su vida atribulada. La conexión entre ambos es instantánea, y sus encuentros suceden en el restaurante del hotel y en la habitación, decisión que exige a los intercambios entre los protagonistas mayor profundidad de la que tienen, justamente para que las limitaciones estéticas del film pasen a un segundo plano. Aunque esos diálogos podrían tener más peso, Florencia Raggi brinda una excelente actuación con un rol que la pasea por diferentes géneros de los que sale siempre airosa, al darle complejidad a Michelle. El guion de Rodrigo Spagnuolo da un interesante giro en la segunda hora, cuando la protagonista es víctima de un hackeo a su celular por parte de dos empleados de seguridad del hotel, uno de ellos interpretado con dosis de humor negro por un magnético Luis Cao. En esos momentos, Noche americana esboza algunas reflexiones sobre la violación a la intimidad, el costo de la exposición mediática, y la violencia sobre la mujer (el drama familiar que atraviesa Michelle también refuerza esos tópicos), pero luego se enfoca en concebir un thriller en el que la dupla protagónica se enfrenta, con algunos aliados, a esa extorsión inesperada.
Alejandro Bazzano, con una amplia experiencia en el mundo de las series, uno de los directores de la famosísima “La Casa de Papel” y de “Mar de Plástico” e “Inés del alma mia”, se pone al frente de su primer largometraje con “NOCHE AMERICANA” en donde se permite jugar con una mezcla interesante de géneros que representa la mayor virtud de su ópera prima. Todo comienza en el Aeropuerto de Roma, cuando a raíz de un problema climático se cancelan los vuelos y la compañía aérea deriva a los pasajeros a los hoteles cercanos. Iván, por los azares del relato y para que la historia pueda seguir adelante, queda entremezclado en los bondades de la primera clase, por lo que será derivado a un hotel de lujo en donde se cruzará con Michelle, una estrella de cine argentina, que es tendencia y tapa de revistas y que también se encuentra varada mientras regresaba a Buenos Aires. Lo que arranca como una comedia romántica con el coqueteo y la tensión sexual entre los protagonistas, se va complicando cuando la actriz es chantajeada por dos trabajadores del hotel que han hackeado su celular e improvisadamente montan un “rescate” de su contenido por una desproporcionada suma de dinero a cambio de liberar toda esa información confidencial que manejan. Pronto se sumarán a la historia, la hija de Michelle que ha tenido un approach sexual con el marido de la actriz y el propio marido (ex?), quien no tardará en aparecer en pleno lobby del hotel –así, de buenas a primeras-, e irán complicando cada vez más la situación de esta noche particular. De esta forma, “NOCHE AMERICANA” irá virando a la comedia negra con algunos toques de drama y suspenso.La atracción sexual que siente Iván en un principio y el hecho de poder concretar un contacto sexual con un personaje “inalcanzable” hace que quede entrampado en una historia completamente inesperada y que tenga un desenlace que generará fuertes implicancias para cada uno de los personajes.Si bien desde la dirección Bazzano logra generar diferentes climas que son correctos para cada uno de los momentos y los diferentes géneros con los que quiere trabajar, el guion de Rodrigo Spagnuolo, Sergio Teubal y el propio Bazzano debe lidiar con un grave problema de verosímiles. Obviamente que puede entenderse, por ejemplo que algunos argentinos (o uruguayos según los personajes) manejen algo torpemente el idioma, pero lo que no se entiende es que los propios empleados de la recepción y el restaurant del hotel hablen italiano de una forma tan precaria como los que son turistas.Este es solo un pequeño ejemplo de algunos descuidos en los detalles que inclusive llevan a resolver ciertas situaciones que presenta la trama, de una forma muy precaria y poco creíble. La trama avanza con algunos diálogos y decisiones de los personajes que son completamente inexplicables y se entremezclan con buenas ideas y con estos giros sorpresivos que están bien desarrollados.A esas buenas ideas, se contraponen algunos trazos gruesos desde el guion, como si hubiese faltado un buen pulido para que no sobrevolase esa idea, que se hace presente en gran parte del filme, de un trabajo de escritura al que le ha faltado una sintonía fina, un pulido, una profundización de alguna de las ideas presentadas. Entre todos las líneas que la película plantea, una de las más fuertes es pensar en el precio de la fama y en la exposición que viven las estrellas a diferencia del común denominador y, por otra parte, que todo ese mundo de lujo y de vida en otro estrato social, se contrapone con la oscuridad y los conflictos que viven en su vida privada cuando se apagan las luces del set o las cámaras fotográficas. En cuanto al elenco, los apuntados problemas con los diálogos y las situaciones algo superficiales, atentan contra la construcción donde puedan mostrarse diferentes matices y acompañar el recorrido del arco de los personajes. De todos modos, el trío que conduce la acción con Florencia Raggi (Michelle) y Alan Daicz (Iván) a la cabeza, al que luego se sumará Rafael Ferro, como el marido de la estrella, se conducen con oficio y van acompañando la historia que, sobre todo en el tramo final, logra mayor interés y precisión en las actuaciones y en el guión.Un pequeño epílogo entre los títulos de cierre, da otra inteligente vuelta de tuerca al planteo, dejando abierta una nueva interpretación a todo lo ocurrido aquella noche y sus consecuencias. POR QUE SI: «Entre todos las líneas que la película plantea, una de las más fuertes es pensar en el precio de la fama y en la exposición que viven las estrellas a diferencia del común denominador»
Una invitación a un entretenimiento sostenido, que va variando los géneros y que con sucesivas vueltas de tuerca muta temas y punto de interés. La historia de una diva, habitante del éxito en el cine, protagonista de la tapa de las revistas, acostumbrada a ser seguida por paparazzi, que queda varada en Italia, junto a un músico muy joven y que despierta la curiosidad de otro compatriota que pone condimentos policiales a la historia. En ese contexto el libro escrito Sergio Teubal y Carina Catelli pasa por temas de adicciones, la obligada aventura amorosa, y deriva en extorsiones y conflictos familiares graves. Dirigida por Alejandro Bazzalo, esta es su primera película (se hizo famoso por su trabajo publicitario y en plataformas, especialmente como realizador de varios capítulo de “La casa de papel”) tiene el pulso justo para crear climas cambiantes y siempre creíbles. Cuenta con el protagónico de Florencia Raggi, verdaderamente inspirada para el rol y completa el buen elenco con Alan Daicz, Rafael Ferro, Luis Cao y Sofía Lara.
Llega el estreno de Noche Americana, una comedia negra de suspenso y ópera prima en cine de Alejandro Bazzano, director de varios capítulos de La Casa de Papel y otras importantes series del panorama audiovisual español, como Mar de Plástico, La Madame y Los misterios de Laura. Gracias a la relevancia y el reconocimiento internacional que ha cobrado Bazzano en estos últimos tiempos, fue convocado por la producción Bourke a filmar en Uruguay, durante cinco semanas del 2020, este proyecto basado en el guión original de Sergio Teubal y Carina Catelli, con la adaptación de Rodrigo Spagnulo. Protagonizada por Florencia Raggi y Alan Daicz, la historia comienza en el aeropuerto de Roma, cuando el vuelo hacia Buenos Aires del joven músico Iván se cancela. Trasladan a los viajeros del vuelo a pasar la noche en un hotel, y es ahí en donde Iván conoce a Michelle Simon, una deslumbrante estrella de cine argentina, 20 años mayor que él. Por medio del envolvente jazz y de la cautivante fotografía, la noche en el hotel se transforma en un ambiente onírico para el joven Iván cuando la célebre actriz lo invita a formar parte de una aventura romántica. Pero el sueño se vuelve pesadilla con la aparición del marido y de la hija de la actriz, convirtiendo la noche de pasión en un turbulento destape de oscuras crisis familiares y emocionales. La creciente tensión se sostiene por medio de las buenas y sólidas actuaciones del elenco, que se completa con Rafael Ferro, Luis Cao y Sofía Lara. El suspenso de la historia se va desenvolviendo por los pasillos del laberíntico hotel, en donde los personajes se entrelazan y se embrollan hasta terminar todos involucrados en un desatado desenlace. De una comedia romántica de enredos se transforma escalonadamente en una comedia negra, en donde los espectadores irán descubriendo, junto al joven protagonista, los secretos sucios y ocultos que se esconden en la sombra de la reluciente actriz, y verán hasta dónde estará ella dispuesta a pagar el precio que, a veces, conlleva la fama.
Un encuentro fortuito en un vuelo Roma – Buenos Aires que se suspende por un paro de pilotos, une al músico uruguayo Iván (Alan Daicz) con Michelle (Florencia Raggi), una actriz argentina de fama mundial. La pareja echa chispas con la primera mirada y la espera de que se supere el conflicto gremial hace que ambos pasen la noche en un hotel. En el hotel se celebra una “Noche Americana”, porque esperan el arribo de una delegación de gringos por una convención sobre aceite de oliva. Iván está pasando por una separación y recibe insistentes mensajes de audio de Erika, su ahora ex novia, además de hablar con su madre que los espera después de seis meses de no verlo. Pero mientras esto pasa en la vida de Iván, la estrella argentina puso sus ojos en él y la mesa está servida para que el joven y la explosiva Milf, que también está pasando por una crisis que se revelará más adelante, unan sus soledades para enredarse en un tórrido romance de una noche. Durante los primeros minutos se va planteando esta situación, pero luego aparece en escena Gabriel (Luis Cao), un conocido de Iván. Gabriel es mimo y personal de seguridad del hotel (!?) y en la Noche Americana se disfraza de Michael Jackson (escondan a los niños). Lo cierto es que el personaje rápidamente se revela como un tipo peligroso, un poco pervertido, que se ocupa entre otras cosas de conseguirle a los pasajeros cosas fuera de la ley. Así, Michelle le pide a Iván que le consiga porro y le dice que cuando lo tenga vaya a verla a su habitación, el dealer por supuesto es Gabriel que maneja la seguridad del hotel y controla todo con cámaras de seguridad. Pintó la fiesta y pese a que nunca se muestra muy vivaz, Iván golpea la puerta de Michelle con el alijo de marihuana y entre el fumo y el bourbon, la actriz y el músico terminan entregándose a la lujuria. Hasta ahí Noche americana es una buena candidata a comedia soft porno, pero luego la película da un viraje. Michelle está en crisis con su pareja por una situación turbia que involucra a la hija de la actriz con el padrastro. Gabriel y un socio del hotel le hackean el teléfono a Michelle y el relato cambia de tono. Ahora tenemos un policial con un toque de humor negro con poca gracia desde lo humorístico y sin consistencia desde el punto de vista de la trama policial. Una solución podrá haber sido apretar el acelerador y mandarse a fondo, pero lamentablemente esto no pasa. Florencia Raggi es lo mejor de la película junto a Rafael Ferro, que la apuntala haciendo del marido y abogado de la actriz, pero el resto naufraga un poco por culpa del guión y cierto intento de sofisticación de parte del director, que entre sus logros anteriores tiene haber sido parte responsable de la serie “La casa de papel”. Una oportunidad perdida y una pena por Raggi, que se merece un protagónico en algún proyecto que esté a su altura. NOCHE AMERICANA Noche americana. Argentina, 2020. Dirección: Alejandro Bazzano. Guion: Rodrigo Spagnuolo. Fotografía: Felipe Alba. Edición: Sebastián Dubé. Música: Gabriel Casacuberta. Con: Florencia Raggi, Alan Daicz, Rafael Ferro, Luis Cao, Sofía Lara. Distribuidora: Buena Vista-Disney. Duración: 93 minutos.
Alejandro Bazzano es actor y director con interesantes trabajos, la mayoría de ellos un éxito. Dirigió la exitosa serie de Netflix «Mar de plástico», y también algunos capítulos de «Presunto culpable». El género por el que más navegó es el thriller/suspenso y ahora desembarca en la comedia negra con el largometraje «Noche Americana». La trama trata sobre Michelle (Florencia Raggi), una estrella del cine, e Iván (Alan Daicz), un joven viajero, quienes se conocen por un vuelo truncado a causa de una tormenta. Como si fuera poco, luego vuelven a cruzarse en el hotel donde se hospedan todos los pasajeros del vuelo, y desde ese momento todo se vuelve caótico y aventurero. La fama siempre trae consigo desorden, y eso es lo que comienza a ocurrir – chantajes, discusiones y los «trapitos al sol». Lo que más se destaca en la película es el guión. Tiene el tono justo para esta historia y eso hace que más allá de la comedia, se genere en el espectador un poco de incomodidad con cada suceso. Y los actores pudieron transmitir cada diálogo perfectamente, siendo los verdaderos culpables de cada sentimiento que se vivía en la platea. El desarrollo del film por momentos decayó, y debe ser porque en varias escenas todo parecía ir demasiado rápido y no se le dio el tiempo necesario para que tuviera más sostén y se logre un todo. Esto provocó que cuando hubieron momentos importantes no se generó el impacto sorpresa. El film apostó por lo específico y lo literal, por la historia y los actores. El resultado es bueno, aunque se perdió en partes el foco y el tono de la película. Eso sí: se destaca que es un film distinto al resto y que el director quiso apostar por este género. «Noche Americana» es una verdadera comedia negra en la que Bazzano da cátedra de que siendo literal y específico en lo que se quiere transmitir, se logra un gran resultado.
PODRÍA HABER SIDO PEOR Hay toda una línea -bastante consolidada, por cierto- del cine argentino que busca construir conflictos dentro de espacios acotados y con una cantidad reducida de personajes. Y que lo hace con un nivel de remarcación y solemnidad que suele derivar en experiencias que rozan lo insoportable: films como Amor bandido y Encontrados son apenas ejemplos recientes. Si tomamos en cuenta esos antecedentes, más lo que insinuaban la sinopsis y el trailer, de Noche americana se podía esperar lo peor. Pero aunque esas predicciones no se cumplen, no estamos precisamente ante una película lograda. El film de Alejandro Bazzano se centra en Iván (Alan Daicz), un joven uruguayo que aguarda a tomar un vuelo que irá de Roma a su hogar, luego de un considerable recorrido europeo. Ese retorno es también en parte una huida, ya que acaba de terminar una relación sentimental de forma un tanto tortuosa. Sin embargo, el vuelo se cancela y es trasladado junto al resto de los pasajeros a un hotel. Allí conoce a Michelle Simon (Florencia Raggi), una estrella de cine con la que terminará teniendo lo que parece inicialmente una aventura de una noche. Pero esa noche se hará mucho más larga y complicada cuando aparezcan en escena el marido y la hija de la actriz, más dos chantajistas que intentarán extorsionarla. Así, lo sexual pasará a ser emocional y policial a la vez, con Iván teniendo un rol tan involuntario como decisivo en las distintas acciones. Si Noche americana arranca como una comedia con ligeros toques dramáticos, luego pasa a ser una comedia negra, después un drama, un policial y, finalmente, todo eso junto. Al mismo tiempo, ese hotel donde transcurre el relato se convertirá en un espacio donde habitan un conjunto considerable de reflexiones sobre la fama y la fascinación que esta ejerce; los vínculos sentimentales y familiares; y los miedos relacionados con los secretos personales, entre otras cuestiones. Todo ese combo narrativo, estético y temático es llevado adelante por una amalgama de personajes que rozan diversos esquematismos, diálogos repletos de lugares comunes y algunas actuaciones totalmente desbordadas, con Luis Cao, como uno de los estafadores, llevándose el premio mayor. Quizás lo único que impida que Noche americana sea un completo desastre es la convicción con la que Bazzano sostiene la puesta en escena, sin dejar de hacerse cargo de que todo lo que cuenta es bastante inverosímil. Las tramas y subtramas se superponen y avanzan sin cesar, casi sin dejarle espacio a la duda del espectador, lo que impide que los noventa minutos del film no se conviertan en agobiantes o soporíferos. Sin embargo, no sirven para ocultar que todo está sostenido en un andamiaje tan endeble como pretencioso, un despliegue de supuesta astucia que no es tal, porque todo lo que se escucha y mira ya fue dicho o mostrado de forma mucho más sólida. Noche americana existe, pero no mucho más, y nunca queda claro para qué, aunque no canse u ofenda.
En realización cinematográfica, la noche americana refiere a una técnica utilizada para simular una ambientación nocturna en una escena rodada a la luz del día. Bello artificio, el engaño que no perece, juegos de ilusión. Apelando a tal guiño técnico, Alejandro Bazzano presenta su ópera prima. El realizador, de ascendencia cubana-uruguaya, es nada menos que uno de los directores de la exitosa “La Casa de Papel”, y su trayectoria nos lleva a reconocer otros títulos como “Mar de Plástico”. Aquí, los azares del relato direccionan las primeras instancias de la trama a un terreno romántico que prontamente virará: los códigos genéricos comienzan a difuminar sus barreras más pronto que tarde. Es así como elige sorprendernos, buceando los registros más reconocibles de una comedia negra mixturada con registros reconocibles de thriller. Rodada a fines de 2020, “Noche Americana” reflexiona acerca de los efectos irreversibles una vez sobrepasados los límites de la intimidad, alcanzando también cierto nivel de diálogo respecto a la exposición mediática, el duro precio a pagar por la fama se devela como común denominador. Florencia Raggi, Rafael Ferro, Alan Daicz, Luis Cao y Sofía Lara, estelarizan un film en donde lo moral de los actos y las situaciones límites, respecto a asuntos privados que enfrentan sus protagonistas, determinan la suerte corrida. Causas, causalidades y consecuencias insoslayables.
Noche americana juega, desde el título, con cierta cinefilia al mismo tiempo que abre la puerta para que todo pueda pasar. Iván, un joven de veinticuatro años, queda varado en Roma y la aerolínea le asigna un hotel para que pase la noche. Se trata de un hotel de lujo, lo que lleva a que el destino lo cruce con Michelle, una estrella de cine internacional nacida en Argentina y veinte años mayor que él. Fascinado por su presencia, busca acercarse a ella tímidamente, cosa que ocurre torpemente cuando un argentino conocido de Iván, resulta ser empleado del hotel. Este pesado produce un primer choque entre el joven y la estrella, lo que anuncia que el aire a Perdidos en Tokio que la película traía tal vez se transforme en algo diferente. Y sí, cambia. Todo el encanto inicial se rompe con una trama policial torpe, mal resuelta y peor actuada. Curioso porque todo estaba bien al comienzo. El volantazo podría tomarse como la idea de una locura vivida por el protagonista, un momento en el cual la magia del cine se cruza en su camino para luego abandonarlo. En la teoría podría ser, la “Noche Americana” del título refiere a un evento que se desarrolla en el hotel en homenaje a Estados Unidos. Un homenaje a la fantasía de Hollywood, podría entenderse. El final podría indicar eso. La vuelta de tuerca del cierre, sin embargo, habla de cierta arbitrariedad que no termina de cerrar. Despareja, algo perdida en el medio, Noche americana pudo haber sido mucho mejor.