Enredos de parejas
El segundo film en colaboración de los jóvenes realizadores norteamericanos John Francis Daley y Jonathan Goldstein, responsables de la comedia Vacation (2015), es nuevamente una comedia de enredos y acción alrededor de una pareja excesivamente competitiva en una estructura narrativa similar a la de films como Una Noche Fuera de Serie (Date Night, 2010), opus de Shawn Levy protagonizado por Steve Carell, o Después de Hora (After Hours, 1985), la comedia negra de Martin Scorsese.
En Noche de Juegos (Game Night, 2017), la pareja en cuestión, Max (Jason Bateman) y Annie (Rachel McAdams) vive obsesionada por una pasión lúdica que se traduce en un espíritu competitivo malsano que los lleva a organizar tertulias con parejas amigas para disfrutar de distintos tipos de juegos. Esta obcecación por la competencia genera en Max un cuadro de estrés que le dificulta tener hijos, lo que Annie relaciona con la envidia que su esposo siente por su hermano mayor Brooks (Kyle Chandler), quien siempre gana en todas las competiciones que los hermanos encaran desde que eran niños. Cuando Brooks, un empresario exitoso y deseado, visita a la pareja para invitarla junto a sus amigos a una velada en su casa para una noche de juegos inolvidable, la pareja accede temiendo que haya una trampa, pero todo resulta mucho más complejo y delirante que lo que los protagonistas imaginan.
Utilizando distintos tipos de juegos surgidos durante el nuevo capitalismo de los servicios como los relacionados con la contratación producciones y situaciones similares a la de las casas de encierro, Noche de Juegos construye una historia en la que ningún personaje resulta ser lo que aparenta al calor de la acción y todos se convierten en héroes y villanos en un juego imposible de distinguir del drama y la aventura que acecha inesperadamente a los personajes.
La obra de Daley y Goldstein, escrita por Mark Perez, autor del guión y la historia de la comedia Accepted (2006), recorre los prejuicios burgueses, la cotidianeidad y los temores de las parejas sin hijos de treinta y pico de años en un relato con variadas referencias al cine de fines de los noventa como El Club de la Pelea (Fight Club, 1999) o Sexto Sentido (The Sixth Sense, 1999), entre otras, que comienza con gran agilidad y va perdiendo interés a medida que las ideas se acaban y la narración se estanca. La obra presenta actuaciones aceptables, un estilo que parece llevarse todo por delante con presteza y gran soltura que se va perdiendo a medida que el guion embrolla la comedia costumbrista y la acción, a lo que se suma una serie de giros drásticos que oscilan entre la broma y seriedad de la vida puesta en juego.
De esta forma, Noche de Juegos propone un convite ideado para parejas de las clases medias en relación de dependencia, o con sus emprendimientos propios, que aspiran a una vida con mayor holgura y comodidad. A pesar de que la película no busca salir del ideario burgués de la diversión y el juego como forma de escape y utilice como protagonistas a una pareja anodina cuya adicción es la competición, es imposible no pensar en otra forma de concebir la función social del juego como las que por ejemplo señala y explica el historiador holandés Johan Huizinga en Homo Ludens, refiriéndose a las características liberadoras y opresivas de la dimensión lúdica, que el film trata desde un lugar demasiado trivial con la única finalidad de entretener como vía de escape de la cotidianeidad, sin transformarla, y para colmo, perdiendo a medida que avanza la cinta el ritmo y la armonía, características fundamentales de la función del juego que pretende trabajar.