Al cine lo primero que se le pide es que no te aburra. Si lo que ves te hace pensar o es un producto meramente entretenido ya depende de cada propuesta. Como espectadores tenemos un alto nivel de exigencia para con lo primero, pero no le planteamos el mismo desafío a lo segundo, y por eso no faltan los realizadores que, conscientes de esta diferencia en las exigencias, entregan productos flojos. Noche de Juegos claramente se inscribe en el segundo grupo pero con un nivel de seriedad que no se observa con frecuencia en títulos de su naturaleza.
Avanzamos diez casilleros
Max y Annie son una pareja altamente competitiva que disfruta de organizar reuniones con sus amigos para jugar juegos de mesa. Una noche resultará ser distinta a las otras con la llegada del hermano de Max, quien propone un elaborado juego de misterio organizado por una compañía especializada: consiste en el “secuestro” de dicho hermano y que el resto de los participantes tengan que seguir una serie de pistas para rescatarlo. La cosa se complicará cuando descubran que fue secuestrado por verdaderos criminales y su vida esté en riesgo.
Noche de Juegos funciona plenamente como comedia, y no hace otra cosa que tirarle obstáculos y pistas falsas a los protagonistas a cada paso del camino. Lo que contribuye, en partes iguales, a generar risas y mantener el esencial interés del espectador en saber cómo va a terminar la historia. Un logro que consiguen mantener a pesar de algunas situaciones medio tiradas de los pelos (como arrojarse un huevo Fabergé los unos a los otros por toda una casa a distancias imposibles y que no se rompa) y algún que otro agujerito narrativo (¿cómo puede sangrar tanto alguien por una herida y no desmayarse o morirse?) que no termina afectando a la película como un todo.
También es de destacar cómo la película encara el tema de la competitividad como la piedra angular de la impostura masculina y cómo la seguridad del ego masculino tiene una gran base en ello. Un tema que inspira gran parte de los chistes, con la suficiente inteligencia para saber cuándo no bajar línea.
En materia actoral tenemos trabajos eficientes de Jason Bateman, de probada experiencia en este rubro, y Rachel McAdams, quien consigue sobresalir un poco más e incluso con diferencia de otras experiencias similares que tuvo en el género. Sin embargo, la interpretación que destaca aquí es la de Jesse Plemons, como un policía desequilibrado vecino de los protagonistas.
El rubro técnico es bastante prolijo, sin mucho que destacar salvo un pequeñísimo detalle: el acierto de los realizadores de tomar los planos generales y hacerlos parecer como si fueran el tablero de un juego de mesa.
Conclusión
Con base en un guion muy funcional e interpretaciones a la altura del desafío, Noche de Juegos consigue con suficientes méritos su meta de entretener. Comedia hecha y derecha que si la eligen, mal no la van a pasar.