Mi vecino es un vampiro
Basado en el clásico ochentista La hora del espanto, este film de Craig Gillespie (Lars y la chica real, Enemigo en casa) combina con bastante ductilidad, fluidez y elegancia dos subgéneros de moda: las historias de vampiros y las comedias sobre desventuras de adolescentes en pleno despertar sexual y con conflictos (de autoestima) en su etapa de colegio secundario. El protagonista es Charlie (Anton Yelchin), un nerd que quiere dejar de serlo. Para ello, se rebela contra su madre soltera y sobreprotectora (la gran Toni Collette), cambia de amistades (abandona a su impresentable compañero de aventuras interpretado por Christopher Mintz-Plasse) y hasta consigue una novia linda y piola (Imogen Poots).
El film -que se aleja bastante (por suerte) del modelo Crepúsculo- encuentra en Jerry (Colin Farrell), el nuevo vecino de enfrente de nuestro antihéroe, al malvado necesario: intimidante y risible a la vez. Es que esta película pendula todo el tiempo entre el horror y la comedia (allí está el farsante cazavampiros Peter Vincent que interpreta David Tennant), entre la identificación con los códigos del terror y la distancia irónica. El resultado no será extraordinario, pero le pasa el trapo a buena parte de la producción hollywoodense del rubro.