Noche de miedo

Crítica de Ezequiel Coniglio - Cinezalco

Depende…

Durante su último año en el instituto, Charlie Brewster (Anton Yelchin) parece que por fin ha alcanzado todos sus objetivos: es uno de los estudiantes más valorados y sale con la chica más deseada del centro. Su popularidad es tal que ha comenzado a dejar de lado a su mejor amigo. Sin embargo, cuando Jerry (Colin Farrell) se convierte en su vecino, aunque, al principio, le parece un tipo genial, con el paso del tiempo empieza a percibir en él algo extraño. Desgraciadamente nadie, ni siquiera la madre de Charlie (Toni Collette), se da cuenta de nada. Después de observar que en la casa de Jerry pasan cosas extrañas, Charlie llega a la conclusión de que su vecino es un vampiro que se sirve del vecindario para cazar a sus presas. Ante la incredulidad de los demás, el protagonista deberá ingeniárselas para deshacerse del monstruo por sí solo en esta moderna versión del clásico de la comedia y el terror dirigida por Craig Gillespie.

Depende como la miremos, creo que es la forma más adecuada de comenzar esta crítica. Depende como la miremos, esta película puede ser una excelente remake o una pésima película de terror. Y seguramente será complicado de entender estos extremos comparativos, pero realmente depende de cómo la miremos.

Si uno entra al cine con expectativas de ver una buena película de terror, se va a encontrar con un filme bastante bizarro, rozando la estética del cine clase B (aunque con un poco más de postproducción) y menos énfasis en los personajes terroríficos. Sin dudas, saldrá decepcionado.

Pero si uno recuerda “La Hora del Espanto” del año 1985, y sabe que se va a encontrar con una remake de este filme las cosas cambian. De repente, esta falta de énfasis en el género del terror y mezcla con la comedia, nos comienza a introducir en el lenguaje narrativo de aquella película original.

“Noche de Miedo” es una remake interesante, bastante bien adaptada a los tiempos que corren y a los estereotipos que Hollywood y el cine de vampiros nos viene vendiendo. En 1985, los vampiros solían ser señores elegantes que vestían opulentos trajes y actuaban caballerosamente, conquistando con una sola mirada o gesto a las mujeres. En 2011 las cosas cambiaron y el estigma Edward Cullen (Crepúsculo) ha atravesado por completo la pantalla grande, para mostrarnos vampiros sexis, musculosos, desbordando hormonas y fatalidad. Nadie mejor que Colin Farrel para asumir este rol en muy buena hora, y dejar atrás aquel estigma de Alejandro Magno.

En cuanto a la estética, tiene algunas cosas muy interesante, como ser las locaciones y luces y sombras del filme. Sin embargo, por momentos se torna demasiado oscura, y el 3D es una terrible mentira. Sería interesante analizar un poco más sobre esto del 3D, pero no sería el primero ni el último, y no cambiaríamos nada de la exitosa industria de Hollywood.

Los personajes están bastante bien protagonizados, y las personificaciones y estereotipos logrados conviven armónicamente con esta idea de insertar el humor en el filme. Tanto así el amigo nerd de Charlie, como la hermosa novia y el temible vampiro.

En cuanto a la trama, no tiene muchos vericuetos, pero la verdad que es lo menos interesante, porque el filme es bastante llevadero y nos mantiene todo el tiempo atados a lo que va a pasar. De momentos de tensión y saltos en las butacas, pasamos a risas y murmullos entre los espectadores, lo que demuestra que la mezcla terror – comedia adoptada de “La hora del espanto” original sigue funcionando.

Es una película para ver, y como les anticipaba, el resultado depende de cómo la miremos…