Sangre fresca en bandeja
Ajo. Cruces. Estacas. Todos sabemos de qué se trata. La fiebre de la vampiromanía muerde otra vez la pantalla grande y acierta con esta remake de La hora del espanto, un clásico de los años ochenta.
Dirigida por Craig Gillespie (Enemigo en casa), la acción se ambienta en un barrio de Nevada, muy similar a los que vimos en E.T. y Poltergeist, un lugar adecuado para sembrar el espanto.
El adolescente Charlie Brewster (Anton Yelchin, el actor de La doble vida de Walter) es uno de los estudiantes más populares del colegio, vive con su madre (Toni Collete, la de Sexto Sentido) y está de novio con la chica más codiciada (Imogen Poots). Pero las cosas se complican cuando un nuevo vecino, Jerry (Colin Farrell), se muda a la casa de al lado.
La película ofrece una visión moderna y estremecedora del mito vampírico, aunque no deja de lado los toques de humor (la madre de Charlie aparece rodeada de cruces y no precisamente por ser "demasiado religiosa") y cambia espejos por grabaciones en las que las criaturas de la noche no quedan registradas.
Con algunas escenas similares a la de la versión original, ésta cambia el escenario (un moderno edificio) en donde vive Peter Vincent, el showman ahora algo traumado y también mago (al estilo Chris Rock) del programa televisivo Fright Night que da título a la película, y al que recurre el joven Charlie para formar el equipo de cazadores de vampiros. Entre amigos "nerd", agua bendita y una espectacular secuencia en una carretera, el peligro dice presente y la sangre fresca se sirve en bandeja.