Nostálgica noche de terror
El cine de terror es comparable al rock en la música, en el sentido de que ambos son géneros añejos, cíclicos, que entran en crisis y se reinventan constantemente. Además, nunca caen en el olvido o en el desuso por demasiado tiempo, como por ejemplo el western. Hoy vivimos en una época donde el cine de terror ha agotado varias aristas, y busca desesperadamente nuevos aires haciendo una relectura de su pasado reciente y glorioso. Esto, en su forma más explícita, se ve en los constantes estrenos de remakes de películas de los setentas y los ochentas. La Noche de miedo original de Tom Holland, es un exponente de ese cine de terror “ochentoso”, que tenía mucho de comedia, con ritmo, gore y música estridente. Una estética propia y reconocible de un género que, en aquellos años, ya era absolutamente autoconsciente y tenía entre “ceja y ceja” el entretenimiento como principal fin, más que sólo provocar emociones de terror o de risa esporádicas.
Craig Gillespie, director anteriormente de Mr. Woodcock y Lars y la chica real, además de haber dirigido algunos capítulos de United States of Tara, juega aquí con el homenaje y la parodia, no sólo a la película de Holland, sino del cine que se hacía en los ochenta. Sin embargo nunca se olvida de hacer su propia película, es decir, de contar a su manera la historia del vampiro Jerry (Colin Farrel) y su némesis ocasional Charlie (Anton Yelchin). Recurre si, a elementos típicos de la vieja escuela de películas para adolescentes, la música incidental presente y efectista por ejemplo, o los personajes estereotipados y funcionales, pero todos utilizados con fluidez y matices. El director demuestra saber lo que está haciendo, equilibra perfectamente las dosis de humor, miedo, gore, homenaje, referencias y del ¡maldito suspenso! Tiene claro como mantener el interés en un film poco original desde lo temático y argumentativo, y aprovecha de gran forma los momentos de tensión que disparan la historia hacia adelante sin atenuantes, lo cual ayuda a mantener el ritmo.
El casting es otro acierto de Noche de miedo. Los protagonistas, Anton Yelchin y Colin Farrel, son una dupla de enemigos muy interesante con cruces que son divertidos y vertiginosos. Ambos demuestran oficio y talento para darles vida a personajes diametralmente opuestos, además, imprimiéndoles matices y personalidad. Tenemos también a un histriónico Christopher Mintz-Plasse haciendo de un amigo de Charlie (el personaje de Yelchin), un poco nerd y bastante obsesivo, y también al mago Vincent interpretado en muy bien por el gritón de David Tennan, un falso cazavampiros coleccionista, que a su vez es un mago que hace ilusionismo a todo trapo.
Imogen Poots y Toni Collette interpretan a Amy y a Jane, novia y madre de Charlie respectivamente, sus personajes son los más arquetípicos, y sin embargo funcionan y encajan perfectamente en el film. Además el personaje de Poots es clave en la trama, con lo que cumple con creces.
En fin, Noche de miedo es una linda sorpresa, una buena combinación de elementos de los de antes y de los de ahora. Nos manda el gastado espíritu de los ochenta para que lo veamos con la actitud de hoy y sale bien parada. Quizás pierde un poco por su falta de originalidad, pero gana por la calidad de su forma y por el talento de los involucrados. Y junto con Scream 4 y La noche del demonio, demuestran que el género se está revisando y pensando a sí mismo, a ver que sale.