Come de noche, duerme de día
La hora del espanto es un clásico ochentero clase B que despierta la nostalgia de muchos cada vez que aparece en la memoria como esa película que supo mezclar terror y humor como pocas, pero que sinceramente resulta discutible si resistió al paso del tiempo. Claro que algunos dirán que el tema vampírico, ultra-archi utilizado y absolutamente bastardeado por la saga Crepúsculo (película que en esta remake será objeto de burla por parte del guionista Marti Noxon), no da para más.
Sin embargo, series como True blood y la película existencialista Criatura de la noche (2008) pueden desmentirlo y siempre habrá algún título o producto que sorprenda a más de uno en un afán reivindicatorio de los chupa sangre. Ese es el caso de Noche de miedo, remake de la original del año 1985 creada por Tom Holland, que cuenta con la dirección de Craig Gillespie y los protagónicos del irlandés Colin Farrell en el rol de vampiro, acompañado por Anton Yelchin, Toni Collette, Christopher Mintz-Plasse, David Tennant, Imogen Poots en los papeles principales.
El director de Lars y la chica real por un lado respeta la esencia del film de los ochenta mezclando altas dosis de humor con climas de terror clásicos, sin un exceso de truculencia gore pero aggiornándose a los tiempos modernos. El lado de la parodia está cubierto de antemano con la premisa: mi vecino de al lado es un vampiro, contextualizada en un barrio residencial de Las Vegas, ideal para resaltar la vida nocturna y crear las condiciones adecuadas para hacer verosimil al personaje.
Así las cosas, una serie de desapariciones de estudiantes y lugareños despiertan las sospechas de Ed (Christopher Mintz-Plasse), quien intenta convencer a su amigo Charlie (Anton Yelchin) sobre la existencia de un vampiro en la zona cuando todo indica que se trata nada menos que de su vecino Jerry (Colin Farrell), solícito y seductor que ya ha ganado la confianza de la madre de Charlie (Toni Collette) y su novia Amy (Imogen Poots). Jerry espera, como todo vampiro, ser invitado a la casa.
El descubrimiento no tarda en llegar y a partir de ese instante la trama toma el rumbo de la lucha entre el improvisado joven que deberá proteger a su familia y a su novia de las garras del monstruo de colmillos, quien adaptándose a la nueva era no duerme en ataúdes; no se espanta con el ajo y tampoco se debilita con invocaciones o crucifijos. No obstante, por más moderno que resulte ser este nuevo modelo de chupasangre sexy no es inmune a las estacas ni al contacto con la luz del sol.
Sin grandes ideas ni innovaciones en la materia, la trama de Noche de miedo fluye y sabe dosificar tanto las escenas para los gags donde se lucen Christopher Mintz-Plasse y David Tennant interpretando a Vincent, un ridículo caza vampiros mediático bastante gracioso; los guiños cinéfilos de siempre así como aquellas escenas en las que el suspenso prevalece con una inteligente utilización de los recursos cinematográficos.
Tampoco falla el director en la planificación de las secuencias de acción donde realmente se aprovechan los efectos visuales y un digno 3D que si bien resulta rústico y elemental en cuanto a sus prestaciones se ajusta perfecto a los parámetros exigidos por la película.
Párrafo aparte merecen la fotografía del español Javier Aguirresarobe, utilizando de manera constante un tratamiento de imagen que apunta al contraste entre la luz y la oscuridad y la banda sonora incidental a cargo de Ramin Djawadi propicia para crear las atmósferas al servicio del suspenso y el terror.