El disfraz de los vampiros
Noche de miedo, en parte, recupera el encanto y la nostalgia por films como La hora del espanto (Fright Night, 1985). Aquella era una de las últimas películas sobre los monstruos clásicos (agotados ya por tanto cross-over y auto-parodias) antes del advenimiento de las slasher movies (cuando los asesinos seriales ocuparon el puesto de los clásicos seres de Universal y Hammer). En este caso, Noche de miedo es una película más dentro de la época de las remakes. Por suerte está hecha con suficiente cariño y respeto como para saber congeniar secuencias de suspenso genuino con situaciones cómicas.
La primera media hora del relato combina el estilo cómico de las películas de adolescentes norteamericanos con el suspenso in-crescendo que provoca la llegada de un misterioso vecino. No es casualidad que uno de los amiguitos del protagonista sea Christopher Mintz-Plasse (McLovin de Supercool), y que ahora los jóvenes sean los típicos nerds sufridos de la Universidad. Charley, el chico que descubre que su vecino es un vampiro, podría haber sido Michael Cera o Jesse Eisenberg. Es Anton Yelchin, que cumple con el psyche du rol. La madre es Toni Collette y la novia, Imogen Poots. Atención: porque las mujeres aquí son de armas tomar. Nada de salir gritando histéricas cuando haya peligro.
Hay muchas persecuciones, hectolitros derramados por aquí y allá, y aunque los efectos visuales "baratos" probablemente produzcan la sensación de nostalgia que produce el film original, en unos cuantos años más, los efectos de maquillaje de la película de 1985 se ven todavía más creíbles que los vampiros por computadora.
Si hay algo en lo que esta remake sale favorecida en comparación con la original es en el elenco. Además de los ya mencionados, Colin Farrell pone el carisma y la gracia que el villano de la película original no supo tener. Está bien: es un vampiro afectado por la moda de Crepúsculo (¡había una época en que los vampiros eran feos!), pero hay que admitir que aquí funciona. El otro gran pilar del film es David Tennant, es que una suerte de Chris Angel mezclado con el Peter Vincent (personaje nombrado en homanaje a Peter Cushing y Vincent Price, eternos cazadores de vampiros). La mejor secuencia de todo el film cuando este estafador se va sacando todos los disfraces que lleva encima. Es casi un comentario sobre las películas de terror moderna: pura estética, nada de corazón. Noche de miedo es pura estética: pero también tiene corazón.