Mi vecino es un vampiro
En el extremo opuesto de los clichés de películas de vampiros como la saga de Crepúsculo, esta remake de un recordado film de 1986 sobresale por manejar un clasicismo narrativo.
Noche de miedo es una remake. Sí, otra remake. En este caso del clásico de los ’80, La hora del espanto (Fright Night, 1986) dirigida por Tom Holland. Aquel recordado film, que no era una obra maestra, funcionó muy bien en su combinación de terror y humor, sin que fuera en ningún momento una parodia del género. Se convirtió sin problemas en un film muy querido por los espectadores y hasta tuvo una secuela en el año 1988.
La nueva versión sorprende por no alejarse del estilo sencillo y directo de los films de aquella década. En medio de la moda de los vampiros en el cine y la televisión, Noche de miedo está en las antípodas de films como los de la saga de Crepúsculo. La historia es la de Charlie (Yelchin), un adolescente que tiene una novia hermosa (Potts), una madre divorciada (Collette), unos amigos tontos, un viejo amigo nerd algo despechado y finalmente un vecino (Farrell).
En el pueblo aislado donde vive, Charlie termina aceptando una verdad insólita: su vecino es un vampiro. Lamentablemente, el humor de La hora del espanto aquí no aparece en todo su esplendor, excepto en el caso del nuevo cazador de vampiros, que aquí es un mago de Las Vegas (David Tennant). Pero lo más interesante del relato es que a pesar de la modernidad de los efectos especiales, la película conserva una clasicismo narrativo que no se pierde en detalles menores y esto beneficia a todo el largometraje, que resulta siempre divertido y atrapante. Pocos personajes, un despliegue visual exacto, escenas bien logradas y buenos actores, producen una pequeña sorpresa cinematográfica.
Es irónico que Noche de miedo se destaque no sólo por lo que hace, sino por lo que no hace. Aunque la película tiene sangre, nunca se vuelve excesiva ni morbosa en ese aspecto, aunque es un film de vampiros en una época donde el género ha vuelto, no cae en los nuevos clichés a la moda actual. Y finalmente, cuando tiene elegir como actualizar un film que tiene 26 de antigüedad, lo hace con buen criterio, con ideas acorde a los tiempos que corren, pero sin arruinar la naturaleza del tema y la historia a tratar. Finalmente, para los que vieron el film original en su momento, habrá alguna visita sorpresa que les dará un sobresalto, pero no de miedo, sino de alegría.