Noche diabólica es una producción independiente de Irlanda que ofrece una historia de terror sin terror.
Algo que se volvió cotidiano en este género últimamente. Por esos los buenos filmes son difíciles de encontrar.
Conor McMahon, quien en el 2012 presentó Stitches, un relato de payasos asesinos, en este caso volvió al cine con un proyecto que tuvo un presupuesto extremadamente limitado.
Con cuatro actores y una cabaña intentó desarrollar una historia supuestamente aterradora con un monstruo que es una mezcla entre Nosferatu y Jeeper Creepers.
Probablemente la criatura más estúpida que apareció en el género en los últimos. En más de una escena, al monstruo se le escapa su víctima principal de la manera más tonta posible.
Nunca se explica su origen o sus motivaciones, simplemente anda matando gente por la noches en las cercanías de una cabaña. La historia, por llamarlo de alguna manera, es bastante mala y los protagonistas principales toman reiteradas acciones sin sentido, para darle algo que hacer al monstruo que los persigue.
Lo mejor de Noche diabólica pasa por la fotografía y la sensación de claustrofobia que logra construir el director McMahon con su narración. Ese aspecto del film está muy bien logrado y resulta efectivo.
Con un argumento más decente tal vez esta producción podría haber sido más interesante.
En Estados Unidos se estrenó directamente en video y por esos milagros de la distribución acá llega a los cines.