Tommy Wirkola es un director de cine noruego que fue creciendo durante los últimos años, a partir del éxito que fueron teniendo sus films, no solo en cuanto a números o difusión sino también por la solidez de su trabajo. Algunos de ellos son «Hansel y Gretel: cazadores de brujas» (2013), «¿Qué le pasó a Lunes?» (2017) y «El Viaje» (2021), obras que tienen como característica una inventiva particular, como también un manejo de la acción y la violencia que deja contentos a los fanáticos del género.
En esa misma línea nos encontramos con su última película, «Noche sin paz» («Violent Night») que llegó a las salas argentinas el año pasado. La cinta sigue a una familia adinerada y con varios problemas internos que durante la noche de Navidad será atacada por un grupo de delincuentes en busca de su gran fortuna. Sin embargo, no cuentan con que la familia será defendida por el mismísimo Santa Claus, que lejos de ser un bondadoso señor con barba blanca, tiene varias habilidades sorprendentes para enfrentar a quienes fueron niños traviesos durante el año.
Homenajeando a varias películas como «Die Hard» (1988) o «Mi Pobre Angelito» (1990), íconos de esta época festiva, «Noche sin paz» es una divertida historia navideña que a pesar de presentarnos algunas situaciones o escenas bastante conocidas, consigue entretenernos y sorprendernos. Según el momento lo requiera recurre al humor o al suspenso/la tensión, con peleas bien coreografiadas y creativas, apelando al recurso de la sangre y el gore.
Santa Claus está muy bien encarnado por David Harbour («Stranger Things»), logrando equilibrar esa mezcla entre un hombre bonachón, que se preocupa por los demás, y uno de armas tomar, con un pasado más oscuro. El film nos propone un personaje hiper conocido pero lo redefine para convertirlo en un superhéroe. Nunca nadie imaginó a un Papá Noel violento.
Su contraparte, el líder de los delincuentes, es John Leguizamo, que se mete en un rol de villano creíble y temeroso. En ambos casos los personajes están bastante desarrollados y podemos conocer su vida; lo mismo ocurre con el resto del elenco, donde tenemos un acercamiento no demasiado profundo pero sí lo suficiente como para empatizar o no con ellos.
En cuanto a los aspectos técnicos, debemos destacar la elección y la utilización de la música. En todo momento podemos escuchar reversiones de canciones navideñas para acompañar todas las escenas, ya sea de manera irónica o para mostrar el verdadero espíritu de las fiestas. Y el hecho de utilizar una sola locación logra aumentar el clima de tensión y claustrofobia que requería la historia.
En síntesis, a pesar de tener algunas reminiscencias a otras películas ambientadas en el mismo contexto, «Noche sin paz» aprovecha esos homenajes para brindarnos una historia que mezcla el entretenimiento con el suspenso y la acción. Buenas interpretaciones y un guion ingenioso terminan de redondear esta obra divertida.