La Suma de Todos los Miedos
Si alguien me hubiese dicho que Noches de Encanto formaba parte de la serie Scary Movie o las sátiras a las películas de Hollywood que terminaron por abrumar la pantalla, el resultado final, al menos me hubiese parecido coherente, razonable.
Ahora bien, la intención del casi desconocido, Steve Antin fue la de crear un musical de verdad… ¡el musical del año! Y como no adquirió los derechos de ninguna obra de Broadway, decidió crear su “propio” musical, lo cual no es lo mismo que decir que se trata de un producto original. De hecho se trata de una de las más grandes estafas de la historia del cine.
Alguno me podrá decir… bueno, quiso hacer un homenaje… agrupó, citó obras emblemáticas del género en una sola, derivando en un producto cinéfilo, o de culto. A lo Tarantino o Rodríguez…
Pues tampoco, cuando el robo es solo robo, la calidad del material no solamente es insatisfactorio, sino que también deplorable. Existe, el homenaje, Tarantino / Rodríguez y esta vergüenza ajena, que algún día, alguien va a rescatar como uno de los peores musicales de la historia del cine, comparable a Xanadú.
Pero sobretodo, lo peor del film, no es acaso, la banal, obvia, superficial imitación a musicales exitosos provenientes de la década del ’70 hasta hoy en día, sino la incoherencia narrativa y audiovisual de la película. O sea, cada obra, por más inverosímil que sea, por más fantasía que interceda, por más libertades “creativas” que se tome, tiene una cierta coherencia. El producto final es coherente. Pero, Noches de Encanto, incluso, desiste inconcientemente de este factor. O sea, Steve Antin no es David Lynch, al que poco importa darle un sentido diegético a sus obras (aunque en realidad todas la tienen en un universo propio, coherente). Ni siquiera se puede decir que Antin trató de modernizar el género dándole una estética propia, kitsch, video clipera, como Baz Lurhman con Moulin Rouge, Amor en Rojo. Admito que esta película nunca me gustó, me aburrió y me parece que ni siquiera merece llamarse musical, porque se trata de un video clip de dos horas. Pero también confieso que en ese desenfreno por el exceso de colores, encuentra un estilo, una estética y una intención original, de autor.
Steve Antin a falta de talento e instinto artístico, únicamente roba a mano armada de todas las obras musicales que nos han enamorado en los últimos año.
Ali es una mesera huérfana (ni siquiera Annie se salvó) de Iowa, que de la noche a la mañana se va a Los Angeles para cumplir su sueño como bailarina y cantante. Dicho comienzo no es tan malo. La estética ochentosa supondría un homenaje interesante. Pero cuando llega a la ciudad, sabemos que veremos un desastre atómico en pocos minutos.
En el medio de los rascacielos aparece el Burlesque, que poco y nada entona con la arquitectura del resto de la ciudad, ya que parece más un burdel de los años ’30 de algún estado sureño. Creo si hay algún arquitecto entre el público, Antin ya lo habrá echado. El mismo tiene deudas económicas, pero sus números musicales y bailarinas parecen salidas del Moulin Rouge. En el medio de coreografías típicas de Bob Fosse, aparece cantando Tess, una Cher que apenas se puede mover y que ha perdido alarmantemente su voz. Ali, conseguirá trabajo en el Burlesque, al principio como camarera gracias a un joven barman, aspirante a compositor que además le da vivienda y después como reemplazo de la estrella del burlesque, Nikki (Kristin Bell). Lo que Ali aporta al Burlesque es una voz de “verdad” porque hasta ese momento todas hacían fonética. Al principio esto parece un error cinematográfico, cuando se aclara, todos decimos… “ahhh estaba todo pensado”, pero es llamativo que cuando Ali “canta” (en la diégesis del film), Christina Aguilera, la intérprete, también hace fonética. Si esto no es error de dirección / producción, ¿qué estamos viendo?
Se sumará a la vez, la lucha de Tess por no perder el club ante el banco, y ante un empresario inmobiliario, comprador de “vistas y aire”. Acaso esta información es la más intrascendente pero llamativa del film.
Con número musicales poco inspirados, robados de Cabaret, Moulin Rouge, Chicago, etc, Noches de Encanto, es un híbrido poco creíble, que no enamora, asquea por su grasitud e indigna por su falta de respeto al género.
Incluso el casting resulta poco inspirado. En un pequeño papel aparece Alan Cumming como ¿el maestro ceremonias de Cabaret? Como Joel Grey está avejentado, Cumming, quien hizo el personaje en Broadway lo repite acá con menos inferencia… y de forma completamente innecesaria (¿por qué esta ahí el número “Two Ladies” y sin letra?) También aparece (y por lejos es lo mejor del elenco) Stanley Tucci repitiendo el personaje de El Diablo Viste a la Moda. Y hasta ahí los destacados. Es muy pobre lo de Peter Gallaher, Kristin Bell, James Brolin, Eric Dane, el joven Cam Dameget (que constantemente parece sacado de afiches de prendas de vestir o perfumes), Cher (esta mujer fue una de las mejores actrices de los años ’80, es cierto, aunque tambien es posible que estemos ante la presencia de su Avatar) y especialmente Christina Aguilera. Es verdad, su cuerpo prefabricado es hermoso, sus ojos son muy lindos (mas no su cara) y su chillón timbre de voz es intenso, pero esta chica en su vida tomó una lección de interpretación o ha visto una actuación en cine. No puede ser que pase de la sobreactuación dramática a la impavidez sin tener otros registros interpretativos. Aunque es cierto, que todo lo malo de su actuación es mejor que el trabajo de Cher.
Y no me vengan con las luces, el vestuario o el decorado. Todo aparenta ser lindo si tiene tanto photoshop.
Pretenciosa, patética, desprolija, ingenua, demagógica, torpe, inepta, intolerable estupidez que no merece ni siquiera ser llamado film de culto, Noches de Encanto es un producto que muy temprano se empieza a ganar el título de Peor Película del 2011. Y si no lo es, el año que nos espera…