Pasado por agua
Con el estreno de Noé, el director Darren Aronofsky navega (para usar un término acorde) por primera vez en las aguas de una superproducción que tuvo un costo de más de 130 millones de dólares (casi un palo verde por cada minuto proyectado).
La cinta sigue el camino de dos carriles que tienen sus películas anteriores como El cisne Negro y Réquiem para un sueño, porque se trata de una realización basada en el personaje bíblico, que ahonda por momentos en las oscuridades del mismo con muchísimas licencias artísticas, y que tiene una estética extraña en la que se mezclan varios estilos.
Todo el mundo conoce la cuestión de fondo: el mundo está lleno de pecadores, y Dios decide castigar a la humanidad tapándolo todo con agua. Pero debe haber una salvación posible, alguien que encuentre la redención a través de una tarea heroica como la de salvar a las especies en un arca gigante. Y para eso, nadie mejor que Russel Crowe.
Habría que preguntarle a Aronofsky si con algunas de las secuencias que abundan en efectos especiales tomó la decisión de hacerlas toscas a propósito. Noé, en ese aspecto, provoca la rara sensación de hacerle sentir al espectador que por momentos se encuentra ante una obra maestra y por momentos frente a un cambalache cercano a las ya antiguas imágenes de MTV.
Cuando la película se mete con las contradicciones de los protagonistas, con la crudeza del mundo antediluviano y con el proceso que desemboca en la finalización del arca, la historia parece andar sobre rieles. Y parece que está a punto descarrillar con varias escenas digitalizadas, cuando peca de poética o tiende a la moraleja ecologista.
Sin dudas uno de los principales aciertos estuvo en la elección del elenco, punto en el que no se anduvo con vueltas: además del mencionado Crowe, le dan fuerza a la historia Jennifer Connely (esposa de Noé), Emma Watson (una chica abandonada que vive con ellos) y Anthony Hopkins interpretando al anciano Matusalén. Con algunas vueltas de tuerca, una gran libertad para aggiornar el relato en función de lo que se pide por estas épocas y algunas escenas fallidas, Noé no deja de ser una opción interesante para acercarse a una sala de cine.