Sale a flote, pese a las dificultades
En un mundo asolado por los pecados humanos, un humilde carpintero llamado Noé es encomendado por el mismísimo Dios a construir un arca para salvar a la creación del inminente diluvio. Noé debe, además, proteger a las especies inocentes y rescatarlas de la devastación de la naturaleza y la decadencia del planeta para iniciar, luego de la depuración, una nueva vida.
El relato del Antiguo Testamento sirve de parábola para tiempos actuales, donde la crisis de valores y los riesgos medioambientales inspiran a investigadores de primer nivel a buscar nuevos planetas a habitar y "arcas" espaciales.
Derivar en esto implicaría irse muy lejos de lo que ocupa estas líneas, aunque nadie duda de que los temores de la humanidad invitaron a la Paramount a interesarse en este capítulo de La Biblia para golpear y romper récords en boletería: 44 millones de recaudación hasta el fin de semana pasado le dan crédito.
Con dirección de Darren Aronofsky --director de El cisne negro--, libro del guionista de Gladiador --protagonizada por un Russell Crowe varios años más joven--, 125 millones de dólares de presupuesto, un elenco donde lucen los notables y las previsibles oposiciones de los cultos islámicos, esta cinta viene a ofrecer un show épico, acompañado de una sensación perturbadora, si se busca fidelidad a La Biblia.
Su director advirtió: "Noé es la cinta menos bíblica que he hecho".
Descartada la tan compleja cuestión a esquivar --la religiosa--, la narración procurar abarcar la complejidad humana junto con lo divino y transita por una diversidad de tonos difícil de amalgamar.
Es, no obstante, la clase de relatos que disfruta el adepto al cine de catástrofe, que encuentra en este material una experiencia temeraria, sensacionalista en el mejor sentido, que se profundiza con la visión en 3D.