Nomadland: la vida en los márgenes
Esta semana se estrena en cines una de las películas nominadas para la categoría de mejor film en los Oscar. Además de contar con la actuación de la siempre rendidora Frances McDormand (Fargo, Three Billboards Outside Ebbing, Missouri), tiene en la dirección a Chloé Zhao (Songs My Brothers Taught Me, The Rider) que está tras la cámara de una de las nuevas películas del MCU por estrenar. Sean bienvenides al maravilloso mundo nómada, en Nomadland.
¿De qué va?
Después del colapso económico de una colonia industrial en una zona rural de Nevada, Fern (Frances McDormand) junta sus cosas en una van y emprende un viaje de exploración por carretera, fuera de la sociedad convencional y como una nómada de la era moderna. NOMADLAND, la tercera película de Chloé Zhao, presenta a nómadas reales como Linda May, Swankie y Bob Wells como mentores y camaradas de Fern en su viaje de exploración a lo largo del vasto paisaje del oeste estadounidense.
Nomadland es un documental, desde su estructura, la manera de contar la información, la forma de poner el ojo en lo que sucede. Zhao logra la mixtura perfecta entre un relato ficcional y uno documental. Sí, es la historia de Fern y su paso por una tierra que la ha desterrado… pero ella no baja los brazos. Desde su “soy una sin techo, no una sin hogar” que le responde a una pre-adolescente en un supermercado, planta bandera de su postura ante las adversidades que le toco atravesar. Y lo lleva con hidalguía. No hay drama en vivir arriba de un motorhome, no se sufre el no tener opulentas cenas que consumir, no duele no poder adoptar un perrito abandonado. Es lo que es. Es una decisión de vida ya tomada, aceptada y que tiene sus buenos y malos momentos. Hay incluso por parte de Fern algo de decisión política, como demuestra la conversación con su hermana y cuñado.
Seguir a este personaje nos permite conocer una cultura vasta, compleja y con sus propias reglas. Los y las nómades comparten la información, siguen patrones, se cuidan, se actualizan. Sus medios de transporte son su vida y compañía… pero también su posible final.
Cada uno de los diversos paisajes de ese Estados Unidos marginal y gigantesco se van desarrollando a medida que Fern busca sobrevivir. Cada nuevo trabajo es una nueva región, y cada una de ellas encierran colores, sonidos y olores nuevos; y pueden deparar en nuevas amistades eternas, o reencuentros igual de inolvidables.
Porque por sobre todas las cosas, Nomadland muestra eso que vive en los márgenes, eso que no se muestra en los carteles del Time Square, que no tiene el glitter del american way of life y el sueño americano del self made man. Gran acierto de parte de su directora de mostrar la mayoría del metraje entre el amanecer y el atardecer, esos momentos del día donde la iluminación es pareja pero sin contraste, donde los colores fuertes de las estructuras se pierden y todo el espectáculo lumínico se lleva a cabo en el cielo. Los atardeces, las noches y los amaneceres son también el momento donde el glamour descansa, y la subcultura del trabajo manual resurge.
Todo en Nomadland se desarrolla en los márgenes. En esos donde las sonrisas existen pero no son exageradas, donde las despedidas son agridulces y la toxicidad no existe. Un lugar que nos dicen que no está tan bueno transitar (con esa mentalidad italiana heredada que “el techo donde caerse muerto es lo más importante”), pero que viendo cómo evoluciona el mundo dan ganas de probar.