Nomadland, un año en la tierra de los nómadas.
Cuando en 2007, durante la crisis económica provocada por el estallido del sistema financiero, desapareció el pueblo donde vivió toda su vida adulta, Fern (Frances McDormand) convirtió una camioneta en el nuevo hogar que la lleva a recorrer la costa oeste estadounidense.
Viuda, sin trabajo ni nada que la ate, Fern subsiste tomando trabajos estacionales en distintos puntos de la costa, como el de empaquetadora en un centro de logística de Amazon durante la temporada de Navidad. Allí desarrolla un cariño especial por su amiga Linda May, una mujer que lleva mucho más tiempo que ella viviendo en su camioneta y que le habla de un encuentro en el desierto convocados por un nómade veterano, quien se dedica a publicar videos en YouTube para compartir su conocimiento y experiencias.
Aunque aprecia la soledad y la libertad, asistir a la reunión le contagia un sentido de conexión con el resto de los habitantes de Nomadland, algo que no había sentido hasta entonces. Empieza a entender con un poco más de claridad algunas de sus ideas sobre la vida.
Nomadland, una elección de vida minimalista
Durante aquella crisis de 2007, fueron muchas las personas que después de perder sus empleos se encontraron siendo demasiado grandes como para reinsertarse en el deteriorado mercado laboral formal, pero también demasiado jóvenes y activas como para jubilarse, incluso si eso les alcanzara para subsistir.
Algunos de ellos no contaban con la opción de pedir ayuda a familias que en general no estaban en una situación mucho más estable o no deseaban tomarla, por lo que encontraron un modo de subsistencia adaptando pequeños vehículos para servir como refugio y ofrecerles una serie de comodidades mínimas. Para algunos fue una situación temporaria hasta que la economía se recompuso lo suficiente como para conseguir mejores empleos, pero para otros como Fern, volverse ciudadanos de Nomadland significó descubrir una vida mejor que la que tenían.
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Porque como aclara Fern desde un principio, ella no es una homeless (“sin hogar”, indigente) sino una houseless (“sin casa”); su hogar es su camioneta y lo lleva consigo hasta donde necesite estar en cada momento.
Así como la película está basada en un libro que cuenta experiencias personales de su autora, varios de los personajes principales que rodean Fern no son actrices y actores interpretando un papel sino esas personas haciendo de sí mismas dentro de la historia, como Linda May o el famoso Bob Wells, el cual de verdad mantiene una página web y un canal de Youtube difundiendo información sobre la vida en Nomadland.
Sumado a una propuesta estética naturalista y despojada, esto ayuda a que aunque Nomadland tiene una estructura narrativa de fondo, durante muchos fragmentos la película mantenga una sensación de ser un documental donde la mayoría de las personas que aparecen no están interpretando un personaje sino hablando de sus propias vidas ante una cámara que escucha con interés genuino, con una calidez que borra la línea entre los ojos de Fern y los del público.
Un poco por todo esto es que Nomadland no cuenta una historia con un principio y un final ni tiene un conflicto que resolver en el proceso, sino que simplemente acompaña con paciencia a su protagonista a lo largo de todo un año mostrando su vida y la de otros nómades como ella, sin juzgar su decisión ni hacer un crítica real contra el sistema consumista al que se están rebelando salvo por algunos comentarios aislados de Bob Wells.
Lo hace de una forma un tanto romantizada y sin hacer foco en ninguno de los puntos negativos que menciona al pasar, siempre con una mirada optimista que prefiere concentrarse en los paisajes que recorre más que en las penurias que deben soportar a cambio de esa libertad. Quizás ello ocurre por la premisa de la que parte: cualquier costo a pagar vale la pena con tal de disfrutar la belleza natural e independencia que ofrece la vida en Nomadland.