¿Quién iba a decir, en los tiempos de La lista de Schindler, que ese amable gigante llamado Liam Neeson iba a desarrollar, ya maduro, una carrera como héroe de acción? Lo cierto es que le va bien en ese terreno y que tiene el aspecto necesario para la dureza. Este film es una serie de trampas dentro de trampas que no van a sorprender demasiado al espectador: un US Marshall (Neeson) recibe un mensaje de texto en pleno vuelo transatlántico. O depositan U$ 100 millones en cierta cuenta o morirá un pasajero cada 20 minutos. Imaginen lo que viene: primero, la incredulidad; más tarde el miedo y el error; más tarde aún el héroe signado como culpable; más más tarde, que todo es otra cosa. Y el villano sorpresa, como corresponde. Lo que sostiene esta película adivinada es la convicción de sus intérpretes y lo bien filmadas que están las secuencias de acción, lo que permite un suspenso notable en sus mejores momentos. Salimos pensando que necesitamos un poco más de Liam Neeson: superhombres que no lo parecen.