Liam Neeson está a una sola película de cansar con el mismo papel de agente vengativo de siempre, pero mientras tanto, divierte. La clave para disfrutar de Non-Stop entonces recae en la fuerza de empuje actoral que posee el británico, quien presenta un protagónico ya visto un par de veces, pero interpretado de manera tan convincente que verlo en acción ya es motivo suficiente para asegurar la entrada de cine.
A Neeson se lo nota a gusto bajo la dirección del español Jaume Collet-Serra. Desde su desembarco en tierras hollywoodenses con las interesantes House of Wax y The Orphan, este se consolida como un realizador de género a seguir, y en su quinto largometraje elige trabajar junto al otro por segunda vez -la primera fue Unknown- y la dupla promete no separarse porque tienen planeado Run All Night, que llegará a las salas exactamente en un año. Si la fórmula funciona para qué arreglarla, se deben preguntar los productores. Neeson, inesperada estrella madura de acción desde 2008 con Taken, sigue estrujando este nuevo momento en su carrera, esta vez metiéndose en la piel de un policía aéreo con un problema abordo de su vuelo.
A medio camino entre un misterio salido de las páginas de Agatha Christie, una pizca de Hitchcock y un más que leve préstamo al thriller aéreo Flight Plan con Jodie Foster, Non-Stop no se ve totalmente innovadora en papel, pero la pericia del director y la fuerza de su protagonista suplen con creces las carencias de un guión un tanto forzado. Ya no importan los pequeños huecos -aeroventilas, ejem- de la trama que podrían hacer caer al avión comercial en lo que canta un gallo, Collet-Serra se encarga de ir desviando la atención del espectador hacia otro territorio, forzándolo a generar empatía con una situación que va escalando en peligrosidad con cada mensaje que aparece en pantalla, gigante y con tono entre socarrón y agresivo. Poco a poco, la mano del catalán se va sintiendo a medida que el suspenso se acrecienta, donde cada cara del estelar elenco tiene su momento de mirada misteriosa a cámara para indicar que ocultan algo. Nada que no hayamos visto antes, por supuesto, pero manejado con cierto tino, con un amor para con la historia que termina conquistando minuto a minuto y envuelve al espectador en la trama, haciéndolo partícipe.
Este tipo de historias siempre tiene problemas con la resolución del conflicto y la revelación de las mentes criminales detrás del atraco, y Non-Stop no es la excepción. El momento de la verdad no es lo que uno podría llegar a imaginar, pero no daña para nada todo el recorrido de tensión que se fue creando hasta entonces, y si uno no comienza a darle vueltas en la cabeza instantáneamente buscándole un sentido inmediato y se deja llevar por la trama, saldrá ganando con creces. Liam Neeson no se encuentra solo y lo rodea un elenco importante, entre los que se destacan una Julianne Moore muy juguetona que se permite a sí misma divertirse y soltarse un poco, alivianando el aire tenso del film, mientras que Michelle Dockery deja de lado los trajes de época de Downton Abbey y se une a la tripulación del vuelo como una azafata querible que ayuda en todo lo que puede, y que tiene como compañera a una Lupita Nyong'o esporádica, muy alejada de su papel en 12 Years a Slave por el que ya casi puede saborear la estatuilla dorada. Los nombres siguen, con actores como Corey Stoll, Linus Roache y Scoot McNairy entre otros, caras conocidas que hacen más amena la estadía en el vuelo.
Non-Stop es un thriller honesto a su concepto, que dura lo justo y necesario como para llegar a construir suspenso casi asfixiante y dejarlo a uno con una sensación casi escalofriante al abandonar la sala. Todo esto, claro, si uno como espectador se permite sumergirse de lleno en otra aventura del héroe más inesperado y rudo que se haya visto en el cine últimamente.