¿Quién es el asesino?
Liam Neeson debe descubrir en pleno vuelo quién es el terrorista que quiere ir eliminando pasajeros.
La carrera de los actores, aquí y en Hollywood -pregúntenle, si no, a Ricardo Darín cómo varió su status luego de Nueve reinas- toma sendas a veces impensables. Liam Neeson había hecho películas de acción, con superhéroes oscuros (Darkman, por caso, de Sam Raimi) hasta que con La lista de Schindler pareció que todos le descubrieron su veta más dramática. Candidato a un Oscar que nunca ganó, el irlandés pegó otro giro -ya había actuado en un papel chico en tiempo, pero trascendente en la trama de Batman inicia- en Búsqueda implacable. Fue tan grande el éxito de la secuela, que al actor de Star Wars, Episodio I ahora le llueven los guiones de thrillers o filmes de acción en los que debe enfrentar, solito o con alguna ayuda impensada, a malvados malvadísimos que quieren hacer el mal o directamente eliminarlo a Neeson de la faz de la Tierra.
En Non-Stop: sin escalas lo que quieren es volarlo, no de la Tierra sino del mismísimo cielo, ya que la trama lo encuentra a bordo de la cabina de un avión en el 90% de la proyección. Neeson es Bill Marks, uno de esos agentes de seguridad privada de las aerolíneas que, del 11 de septiembre en adelante, se volvieron casi imprescindibles. El hombre no se lleva bien con el verbo tener: ha tenido un pasado algo turbulento, tiene inconvenientes con el alcohol y tendrá problemas a bordo. Alguien -puede ser en plural- le avisa por mensajito en su celular que si no le consigue una panzada en millones de dólares irá eliminando individuos. El vuelo partió de Nueva York, con rumbo a Londres.
Non-Stop es de las películas que sin la tecnología actual no podrían hacerse, y no porque cuente con efectos espectaculares, sino por que sin celular, mensaje de texto, WhatsApp y Wi-Fi sería imposible. El director ya había demostrado que sabe cómo meter intriga en La huérfana, por ejemplo, y aquí la construcción de cada escena va increíblemente abriendo nuevas posibilidades.
La película es del tipo hay que descubrir al asesino en potencia , que podría convertirse en serial, averiguar por qué todo parece inculpar al buenazo de Bill y si el maldito está o no a bordo. Los sospechosos se van apilando como los cadáveres, y hasta la pecosa Julianne Moore cae en la duda.
Si lo que el lector busca es una película que lo entretenga desde que arranca hasta que termine, y le gusta devanarse los sesos preguntándose, cual en juego de ingenio, quién es el asesino, ésta es su película. Tiene acción, sí, pero lo esencial pasa por el suspenso. Y si Neeson, hace veinte años, salvó a muchos inocentes en La lista de Schindler de una muerte segura, ¿no lo iba a hacer ahora? Ver para creer.