El cineasta estadounidense Jordan Peele conquista el terreno de los blokbusters norteamericanos con su tercera película. «¡Nop!» («NOPE» en su idioma original) cumple con los requisitos de toda cinta masiva, sin perder la esencia de autor que porta su filmografía. El largometraje relata la historia de dos hermanos que habitan un rancho, en las afueras de California, criando caballos para uso televisivo. En dicho lugar hacen un descubrimiento tan insólito como aterrador. Recomendamos no ahondar más en la trama y asistir a las salas con la menor cantidad de información posible.
Para quienes no recuerden a Peele, refresquemos la memoria: es una actor y comediante estadounidense, de extensa trayectoria, que comenzó a guionar historias en el 2016 con la película «Keanu». Ya en 2017, hizo su debut cinematográfico como director de «Get out» y el reconocimiento mundial no tardó en llegar. Se lo catalogó, junto a Ari Aster y Robert Eggers, como uno de los estandartes del «nuevo terror» más orientado a lo psicológico que a lo explícito. En 2019 estrenó su segundo film titulado «Us». Dicha obra reafirmó su capacidad para crear suspenso y le sumó el atributo de la originalidad en sus historias. Detalle no menor en la era de los reboots, remakes y franquicias.
A continuación, analicemos por qué creemos que su última cinta es la más «pochoclera» sin perder la esencia del autor. En primer lugar, la obra está dividida en un primer y segundo acto, basado en el misterio y el suspenso, y un tercer acto que hace un vuelco narrativo apoyándose en la aventura y la acción mucho más directa. Ese cambio de ritmo se realiza con presteza y no propone dificultad alguna. En ese sentido, se vuelve la cinta que mejor se adapta a un público no habituado al cine críptico que acostumbra la nueva corriente del terror/suspenso.
Por otro lado, es una obra plagada de guiños a la cultura cinéfila. Incluso, inicia con una magnífica referencia a uno de los primeros experimentos audiovisuales (realizado en 1878), diseñado por Eadweard Muybridge, en donde se ve a un caballo corriendo. Asimismo, al verla, recuerda cintas como «Signs» (2002), «War of the Worlds» (2005) y muchos Western de antaño. Resulta muy interesante la excelente combinación de elementos que nos presta cada género cinematográfico. Percibimos constantemente la incomodidad del suspenso, el misterio de la ciencia ficción, la soltura de los momentos cómicos y la genial dualidad entre la asfixia del terror y la inmensidad de las vastas llanuras de un rancho en el medio de la nada (escenario clásico del western).
Por otra parte, nada de esto podría llegar a buen puerto si no fuera por el maravilloso manejo de su equipo técnico. La fotografía de Hoyte Van Hoytema («Her», «Interstellar», «Dunkirk», «Tenet», etc.) es de una calidad sublime. A eso se le suma un diseño de efectos especial que, a pesar de no poseer el realismo de films como «Dune», no desentona para nada y permite mantenerse dentro de la ilusión que propone el director. El soundtrak, compuesto por Michael Abels (compositor de todas las películas de Peele), es la frutilla del postre. Es una especialista en crear atmósferas densas y oscuras, hace un uso magistral de los silencios, las deformaciones sonoras y los golpes atonales. Al mismo tiempo, lo contrasta con estruendosas baladas muy similares a lo que nos regalaba el legendario Enio Morricone. Realizar una crítica nos limita a dar un breve pantallazo de los puntos positivos, pero tranquilamente se podría hacer un artículo completo dedicado únicamente al desglose de los elementos mencionados en el párrafo.
El realizador no solo se dedicó a crear atractivas secuencias audiovisuales. Se encargó de introducir, sutilmente, críticas al actual sistema de entretenimiento y espectáculo que habita en las redes. Plantea una pregunta tan simple como reflexiva: ¿Qué estás dispuesto a hacer para entretener? También, indaga sobre la obsesión de «capturar lo imposible», tal como se lo describe en la película. Trabaja esa idea sobre el campo de lo audiovisual, de la mano del personaje interpretado por Michael Wincott, y sobre el área de lo natural, exponiendo la imposibilidad de domesticación sobre ciertas fuerzas de la naturaleza.
La grandilocuencia del film no nos permite disfrutar del todo las correctas performances de los actores. Pero de todas formas queremos remarcar el gran trabajo de Daniel Kaluuya, Keke Palmer, Steven Yeun y Brandon Perea, que sostienen las dos horas de duración sin ningún problema.
En conclusión, «¡Nop!» nos recuerda que se pueden seguir haciendo blockbusters con contenido crítico y que no sea puro papelitos de colores. Enigmática, hipnótica y dinámica, es una perfecta oportunidad para introducirse en la filmografía del director. La cinta manipula al espectador a su antojo, con un excelente manejo de la atmósfera. Jordan Peele culmina su tercer largometraje de manera notable.