Norberto apenas tarde

Crítica de Blanca María Monzón - Leedor.com

A tiempo de pegar un volantazo

Otra agradable sorpresa del festival de Buenos Aires de este año. La ópera prima de Daniel Hendler, el actor fetiche de Daniel Burman, devenido hoy director.

Una historia pequeña, la de un hombre cualquiera, que deja un trabajo, y luego lo despiden del próximo, mientras descubre, que disfruta de hacer teatro, lo que a modo de catarsis le permite ir descubriéndose a si mismo.

Lo más interesante es el proceso de crecimiento de este personaje, que habla de una excelente dirección de actores.

Un tipo que atraviesa sin estruendos una crisis y que de a poco va mutando, con los miedos normales, que impone todo cambio radical en la vida de las personas. Pero con la evolución que la personalidad particular de Norberto, quien parece rozar en ese “apenas tarde”, la posibilidad de sentirse fracasar, y no obstante seguir, muchas veces rozando lo patético. Actitud, que hace que se confunda con la idea de pensarlo como un espectador de su propia vida. Norberto es actor en el escenario y en su vida, sólo que a su modo. A un modo que tiene mucho que ver con el apenas, que es un poco, pero donde todabía se esta a tiempo. A tiempo de saber como y con quien queremos vivir nuestra vida.

Y allí reside el trabajo excelente de Hendler. Dos escenas para disfrutar, Norberto tirado en un colchón en el piso mirando un móvil ( todabía apenas) y Norberto girando en la silla mirando lo que verá desde la ventana de su nueva casa ( ya otro y el mismo, pegando un giro con su cuerpo, como quien acaba de dar un “volantazo” en la forma de sentirse a sí mismo).