Una road movie interior
Daniel Hendler es uruguayo, pero en la última década se ha convertido en el actor emblemático del llamado nuevo cine argentino. La renovación generacional que atravesó el cine local desde mediados de los 90 lo tuvo como uno de los protagonistas principales. Hendler le puso el cuerpo a varios de los personajes del cine de Daniel Burman, Juan Villegas, Damián Szifrón, Ana Katz (su mujer) y Ariel Winograd, entre otros directores. Además, trabajó en las películas de sus compatriotas Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll, que marcaron la reciente renovación del cine uruguayo: 25 watts y Whisky. Pero aunque la mayor parte del público lo conoce como actor –este año que termina se lució junto con Natalia Oreiro en la comedia Mi primera boda, por ejemplo- Hendler siempre supo que quería dirigir, y después de casi una década de trabajo, finalmente pudo concretar el proyecto. Su ópera prima, Norberto apenas tarde, se presentó en la edición 2011 del Bafici y el jueves 5 de enero se estrena en los cines Malba y Gaumont.
La primera película de Hendler detrás de cámara cuenta la historia de Norberto, un hombre que atraviesa cambios sustanciales en su vida: pierde su trabajo, entra en crisis con su pareja y descubre su vocación teatral, todo casi al mismo tiempo. La película narra con sutileza el periplo interior de Norberto que, como dice el título, llega a todo “apenas tarde”, pero a tiempo para volver a empezar. Sobre su ópera prima, Hendler señala: “La película cuenta la dificultad que le supone a un tipo determinado atravesar un cambio que llega un poco desde afuera y empieza a movilizar mucho de adentro. Un evento, que es que lo despiden del trabajo, provoca un efecto dominó en su vida y lo hace darse cuenta que la vida que lleva quizás no es la que esta eligiendo, que está alejado de sus deseos. El recorrido que hace es quizás como una road movie interior del tipo en busca de sus deseos. Y en ese camino, Norberto hace bastante lío a su alrededor, porque no esta muy preparado para transitar ese cambio”.
Con un tono que combina de manera única humor y melancolía, Norberto apenas tarde remite a otras películas uruguayas en las que el propio Hendler participó como actor, como Whisky. Gracias a una puesta en escena despojada y precisa y una mirada tierna que no se burla de sus personajes, Hendler logra crear una verdadera intimidad entre el protagonista (Fernando Amaral, en un debut cinematográfico prometedor) y la cámara, y transmite, sin subrayar, los matices del viaje interior que emprende el personaje. A punto de iniciar las grabaciones de Los graduados, la ficción que ocupará el horario central de Telefé a partir de marzo, Hendler conversó con El Guardián sobe su primera experiencia como director de cine.
¿Cómo fue que decidió pasar de la actuación a la dirección?
En realidad empecé a dirigir al mismo tiempo que a actuar. Cuando estudiaba teatro armamos un grupo que se llamaba Acapara el 522 y yo escribía y dirigía las obras de teatro, y también con amigos hacíamos cortos en los que dirigíamos y actuábamos todos. Con Veiroj, Rebella y Stoll, que son directores conocidos de la cinematografía uruguaya. Después acá me expuse como actor, pero en realidad ganas de dirigir un largometraje tenía desde siempre. Empece a escribir este guión hace unos ocho años, era una cosa coral, de muchos personajes, y uno de ellos era Norberto. Y en un momento me di cuenta que me interesaba la historia de él, eso fue hace cuatro años, que empecé a escribir esta película en concreto, y después de que ganamos algunos premios con el guión ya no me quedaba otra opción que filmarla.
¿Cómo fue la experiencia del rodaje?
Me gustó mucho la experiencia y me gustaría repetirla. Estoy contento con la película y la verdad es que fluyó todo bastante bien. Incluso muy pocas veces me obnubilé, que era un temor que tenía porque a veces cuando algo no me sale puede ser que me empaque, me pongo testarudo y las cosas empiezan a trabarse, pero hicimos un muy buen trabajo previo y llegué muy preparado al rodaje y las cosas como que encontraron su química. Para mí es más divertido dirigir porque actuando uno no maneja los tiempos y tiene que estar siempre un poco a disposición y tener una estabilidad emocional durante todo el rodaje que te permita trabajar sobre la continuidad dramática de tu personaje, como tenés que filmar en desorden tenés que tener una estabilidad que, como director, si un día estás más oscuro, eso puede beneficiar a la película, vas buscando la película en cada plano y si un momento estás desconcentrado te rascás un poco la cabeza y fruncís el ceño y piensan que estas pensando y te dejan pensar. O te vas a tomar un café y está permitido que te tomes esos tiempos, entonces la película un poco se desprende de eso, creo que el director básicamente es eso, el estado anímico que va moldeando la película.
¿Siente que implica menos exposición que actuar?
En algún sentido implica más, porque uno cuando actúa está incorporando un texto y una guía que le pertenece a otra persona, puede ser colectivo, pero nunca la autoría es del actor. En el caso del director, uno se hace responsable por todo, si bien una película es algo de creación colectiva, el director es el responsable. En ese sentido, cuando como actor me sale bien un trabajo, el mérito es compartido con el director, y cuando me sale mal es única responsabilidad del director porque ningún actor es malo. Bien dirigido y bien elegido para el personaje, todo actor puede brindar vida ante la cámara y el director es el encargado de saber usarla. Como director me hago responsable. Y si algo está mal en algún actor, soy el único responsable y también me enorgullezco cuando siento que está muy bien el trabajo de los actores.
¿Por qué no protagonizó usted mismo la película?
Siento que el personaje no era para mí, siento que elegí un actor que podía hacerlo mucho mejor que yo. Pero además me parece que no disfrutaría tanto dirigir si me pusiera a actuar, son distintos tipos de nervios y prefiero concentrarme en uno solo. En todo caso, había un personaje que me tentaba para hacer, que era el del profesor de teatro, pero encontré un actor mucho mejor y ahora de hecho me encanta. Estoy muy conforme con el casting.
El teatro cumple un rol esencial en la búsqueda que emprende Norberto. ¿Eso tiene que ver con tu propia experiencia con el teatro?
No me basé en mi experiencia porque a mi me pasaron cosas bien diferentes con el teatro. En todo caso, eso le podría haber pasado a Norberto también en otro ámbito. El espacio del teatro en la película es el espacio donde el conecta con su poder de seducción, descubre su habilidad, su humor que estaba adormecido, y un impulso vital que estaba como apagado, y eso podría haber pasado en cualquier ámbito, pero elegí el del teatro porque es el que más conozco y donde mas podía jugar y divertirme, y además es verdad que el teatro propone un juego entre la verdad y la mentira que es también lo que se esta jugando en el personaje: es un tipo bastante mentiroso y el teatro lo ayuda también a encontrar su verdad, como pregona también el afiche que él ve en el teatro y que lo lleva a la escuela de teatro, que dice que actuar no es mentir sino encontrar la verdad, algo con lo que yo no necesariamente estoy de acuerdo, pero es un poco lo que le pasa al personaje al detectar su habilidad para mentir, su potencial de seducción. Desciende una capa en ese camino interior.
¿Por qué eligió situar la historia en Montevideo?
Porque empecé a escribirla allá y mientras escribía me imaginaba las locaciones de Montevideo, muchas en las que yo había estado, como por ejemplo los lugares vinculados al teatro, entonces naturalmente para mi la película se desarrollaba en Montevideo, si bien es una película que tiene algo de fábula o de cuento que podría funcionar en cualquier otro lugar. Pero también fue un privilegio poder filmar en los lugares que imaginé mientras escribía.
Con respecto al tono de la película, ¿siente que está emparentada con otras películas uruguayas de los últimos años?
Puede ser que haya algo de Montevideo que probablemente se imprima en las películas. Hay algo de humor o un tipo de tono que compartimos con algunos amigos. Los cineastas uruguayos somos todos medio amigos y hemos perdido mucho tiempo viendo películas o televisión juntos, y es probable que se filtren gustos en común. Pero también pienso que la película tiene conexiones con estéticas distintas.
¿Cómo fue el trabajo con Fernando Amaral (el protagonista)?
Este era su primer trabajo ante una cámara, él era esencialmente un actor de teatro con mucha experiencia en teatro infantil, así que fue un desafío lindo y creo que acerté porque el tipo es muy cinematográfico, es muy íntimo el trabajo que hizo. Yo le pedí que viera algunas películas de (el director francés Eric) Rohmer porque en realidad me interesaba que él se posara desde ese lugar, que fuera hacia ese tipo de verdad y no que tuviera una conciencia de comedia. La película oculta una comedia, y yo también traté de que no se le notara la comedia a la película, incluso escribí una versión del guión de trabajo para los actores donde se ocultaba un poco el humor que había por detrás porque no quería que estuvieran juzgando a los personajes ni riéndose de ellos. Y con Fernando traté de que fuéramos hacia un tipo de verdad más seca, menos mostrada, y en todo caso que la cámara se ocupara de revelarnos o de delatar algunas cosas de las que el actor no fuera tan consciente.
La película tuvo un estreno muy poco difundido en octubre pasado y ahora se vuelve a estrenar. ¿Qué fue lo que pasó?
En realidad, hubo un estreno administrativo o burocrático. Ese mismo día también se estrenaron otras películas en salas alejadas, que no salieron a la luz, con el mismo motivo: ésa era una fecha límite para que las películas figuraran (ante el INCAA) como estrenadas en 2011. Como está muy difícil el tema de la exhibición, hay muchas películas esperando estrenarse, pocas salas para distribuir cine argentino y pocos distribuidores que puedan inyectar cine argentino en las salas. Uno proyecta una fecha de estreno según un plan de producción, pero si las salas no están, ya es una decisión del productor si posponerlo indefinidamente o, como se hace en algunos casos, hacer un estreno que podemos llamar administrativo, porque finalmente la película se va a estrenar para el público. Este lapso entre el estreno testimonial y el estreno de ahora no benefició a la película porque salieron algunas reseñas en ese momento. Si se hubiera podido estrenar ese mismo día en varias salas hubiera sido mucho mejor.
En cuanto a esta dificultad de las películas argentinas para llegar a las salas, hay quienes señalan que el problema es que se hacen demasiadas películas en relación al interés del público. ¿Qué opiná sobre eso?
Eso es como decir que se forman más jugadores de fútbol que los que pueden jugar ante los ojos del público. La formación y la producción no tienen necesariamente que ver con lo que llega a veces al público. La industria es una cosa muy vasta y necesita una retroalimentación. Si el cine argentino ha tenido un boom y un crecimiento importante a nivel nacional e internacional es justamente gracias a que se pueden hacer muchas películas. Las que llegan al publico no son necesariamente las mejores, si todo estuviera en manos del mercado sería bastante serio el problema de la cultura. El cine tiene un aspecto cultural y otro industrial y hay mucha gente en la industria del cine que vive y trabaja de eso. Me parece que sería bueno que haya más espacios de exhibición de cine de autor, más allá de que sea nacional o extranjero. Creo que decir que el problema es que se hacen muchas películas es una mirada tergiversada, es dar vuelta el problema. El cine independiente ha abierto muchas puertas al cine no independiente en el exterior, las películas independientes a veces son las primeras películas de gente que después va a hacer cine no independiente, por eso es un poco tramposa la idea de que el cine independiente que ve poca gente no sirve para nada, porque es parte de la rueda de la industria también. Y por dios que no se deje de hacer cine independiente, porque pasaría lo que pasa en algunas cinematografías que son de mentira y terminan imitando el cine norteamericano o el cine de fórmula y ahí vamos hacia la pérdida de una cinematografía con rasgos de identidad.
Usted ha trabajado en cine y televisión. ¿Cómo vive el paso de un medio al otro?¿En cuál se siente más cómodo?
Me gusta variar en los ámbitos de trabajo. En la tele el trabajo es más estable, uno tiene horarios, y también tiene el problema de que es más expuesto, después cuesta ir al McDonald’s con los nenes porque te reconocen de la tele. Todo depende de cada caso, pero a mí me gusta variar un poco.
¿Está por empezar a trabajar en la nueva ficción de Telefé, Los graduados?
Sí, en enero arranco a grabar y en marzo empieza. Ahí soy un paseador de perros que se reencuentra con algunos de su generación de graduados y se revive una historia de amor del pasado y algunos líos entre gente de esa generación y es un paseador de perros que vive con los padres a los 38 años por opción, tiene un grupo de amigos con los que habían prometido llevar adelante una vida al costado del sistema y más allá de que la edad no lo favorece mucho, se mantiene firme.
¿Y tiene también algún proyecto para cine?
Alguna cosa, pero sería para después de lo de la tele, que no sé cuánto va a durar, porque los tiempos de la tele tampoco me permitirían filmar. Una película en Chile tal vez, eso sería lo mas confirmado.
¿Piensa volver a dirigir?
Sí, estoy escribiendo un guión pero sin apuro, para cuando esté listo. La idea es que la película en algún momento me tome y no forzar para hacerla porque, como hablamos, no hay urgencia porque se hagan mas películas. La idea es que se hagan en la medida en que tengan algún sentido, y yo estoy tratando de que tenga algún sentido. Con que uno le encuentre algún sentido, bueno, después el tema es que la película consiga los fondos y se logre hacer, pero quiero darle su tiempo de maduración.
(Publicado en El Guardián el 29 de diciembre de 2011)