Todo el mundo conoce a Daniel Hendler. Actor emblema de la nueva generación del cine rioplatense, el uruguayo de mohínes simpáticos y plasticidad a prueba de bomba inicia con “Norberto apenas tarde”, una nueva etapa en su carrera detrás de las cámaras. Film con recorrido festivalero (en estas horas ganó en Tucumán a la mejor película y posee otro galardón internacional –estímulo- de Televisión Española en Locarno), su estreno en Buenos Aires fue sorpresivo. Cuando nadie lo anticipaba, algo adelantó su salida a la cartelera porteña en el cine Premier, que se caracteriza por no presentar cintas de primer semana. Esto, sumado a la falta de buenas gacetillas de prensa por parte de sus distribuidores (en la prensa norteña ayer no sabían incluso que ya tenía estreno comercial!) hizo que pocos espectadores descubrieran esta realización y se acercaran a verla. Sólo 3 horarios disponibles y en un solo cine. Dato a tener en cuenta.
Volviendo a “Norberto apenas tarde”, tenemos sensaciones encontradas con ella. La historia es la de un perdedor nato (la especialidad de la casa),el famoso Norberto del título. El es uno de esos sujetos grises que pasan desapercibidos en la manada y cuya capacidad para modificar su vida y la de sus semejantes es limitada. Este gordito amable (a veces demasiado) vive en Montevideo, ha sido despedido de su trabajo y está en crisis con su circunstancia. Vive con su novia (Eugenia Guerty) y para conseguir reincorporarse al mercado laboral decide trabajar en una inmobiliaria, como vendedor a comisión. Su mundo es chiquito, algunos amigos, un auto cuya alarma se enciende todo el tiempo, muy poco dinero de resguardo…no mucho más… Norberto está en una etapa donde no sabe que hacer y eso le pesa. Ante el consejo de su nuevo jefe, nuestro protagonista decide empezar algo para afirmar su autoestima (necesaria para su flamante oficio) y termina descubriendo un curso de teatro para principiantes. Norberto se aferrará a este grupo y dedicará espacio y energía para acoplarse y capitalizar la experiencia con el objetivo de darle algo de sentido a su vida , aunque algunas cosas, desde ya, no saldrán como lo esperado…
Primero, hay que decir que sentimos que es imposible despegarla del universo Hendler. Es decir, de esos roles que su director domina como nadie: un clásico loser, sin matices, apagado y sin gracia que conecta con el público empáticamente (genera una identificación inmediata) y transita por la trama de manera más cercana a la intrascendencia que otra cosa. Segundo, reconozco que el cast está bien elegido y la máscara de Norberto, jugada por Fernando Amaral, parecen ser movidas acertadas (son actores de pocas líneas que generan atmósferas interesantes potencialmente) aunque el ensamble de todos estos elementos no alcanzan a dar unidad a un relato que coquetea con el aburrimiento a cada paso del camino.
El problema mayor de ”Norberto apenas tarde” es ese: la historia es demasiado simple, las escenas son demasiado largas y la construcción de las contradicciones que se generan en la interioridad del personaje central, no revisten mucho interés. Es decir, nos cae bien Norberto, pero nada nos pasa con él. El guión pregona la cotidianeidad y celebra su camino de autodescubrimiento, pero el “tempo” cinematográfico le pasa factura: hay demasiada artificiosidad en algunos tramos y el interés decae estrepitosamente hacia el climax de la película. Lo peor que puede decirse de un film es que no entretenga, supongo.
“Norberto apenas tarde” camina por el borde del precipio todo el tiempo, aferrada a ese concepto y por momentos, no logra evitar que el espectador deje de prestar atención a lo que cuenta, perdiendo la batalla central para la que se preparó meticulosamente. Producto, en definitiva, desparejo, que se ubica por debajo de nuestras expectativas teniendo en cuenta el calibre del premiado actor. Otra vez será.