Casi como si se hubiera ensañado conmigo, el género documental me tocó por triplete esta semana. En este caso se trata de “Norita, Nora Cortiñas” de Miguel Mirra.
Ante todo, cabe aclarar que la temática a abordar en esta realización tiene que ver con tres pilares fundamentales: La búsqueda incesante de las madres de los desaparecidos, la construcción de la tragedia de vivir con quién no está y de quien no se sabe mas que eso, y, por último, un homenaje en vida a una de las co-fundadoras de Madres de Plaza de Mayo.
Poco a poco nos iremos sumiendo en la historia de Nora. Un par de anécdotas darán cuenta de los lugares donde nació, creció, además de iniciar un viaje hacia el reconocimiento del ausente.
Al término de “Norita, Nora Cortiñas” no sólo sabemos una parte importante de la historia del proceso militar y de cómo la protagonista lo vivió (antes y después), sino que también sabremos tanto de Carlos, su hijo, que nada más falta verlo al lado de su madre.
La compaginación, con una previa observación de los gestos y expresiones de Nora, es útil para construir los pequeños microclimas de la película, algunos de ellos muy emotivos y efectivos. Es cierto que aún tratándose de alguien con muy poca presencia mediática el documental logra lo que se propone. Un retrato crónico de una vida difícil y llena de dolor. El mismo por el que cualquier espectador sentirá compasión, bronca por las heridas abiertas, y el deseo latente justicia.