Siendo un oso polar de pocas palabras, la única regla de Norm es simple: no hay lugar para los turistas en el Ártico. Pero cuando un maniático constructor amenaza con hacer condominios de lujo en su propio patio trasero, Norm hace lo que todos los osos polares normales harían... se dirige a la ciudad de Nueva York junto con sus invencibles amigos, los lemmings, para detenerlo.